No podemos de un solo golpe recibir en nuestro deseo toda la Luz del otorgamiento que ha sido preparada para nosotros.
La solución a este problema es sencilla: recibirla en “dosis” pequeñas, generación tras generación y permitir que miles de millones de personas y no una sola, trabajen en ello en cada generación.
De esta forma, recibiremos toda la Luz en la vasija mancomunada del alma común. La meta, sin embargo, es reunir todas las partes rotas del alma única que fue deliberadamente despedazada desde lo alto haciéndonos sentir separados y hostiles hacia los demás.
El odio que existe entre nosotros engloba toda la fuerza de conexión que estaba destinada a revelarse cuando “recibiéramos para otorgar”.
Sin embargo, como esto no sucedió, nos condujo a “recibir para nuestro propio beneficio”. Así pues, esta fuerza divisoria se transforma en lo opuesto durante el rompimiento y ahora está a la disposición de los seres creados.
Al corregir el odio de todas las generaciones anteriores, dentro de todas las partes múltiples de cada generación, lo que hacemos es recuperar las conexiones de las almas separadas.
En otras palabras, nuestra meta no es recibir la Luz para otorgar, sino volver a conectar las astillas que produjo el rompimiento.
Al lograr la conexión la criatura alcanzará el poder del otorgamiento y más adelante alcanzará la cualidad de “recibir para otorgar”.
Es necesario que nos demos cuenta que lo que nos distingue es la corrección del estado de separación entre nosotros y la construcción de relaciones basadas en el otorgamiento y el amor. No solamente el Creador nos despedazó en muchas partículas, sino que lo más importante es que quedaron separadas por la hostilidad.
Corregir significa reunir y conectar estas partículas nuevamente.
Debemos prestar atención a esto en lugar de concentrarnos en la Luz que se revela dentro de nosotros. La Luz que corrige nuestros deseos, la Luz del amor y el otorgamiento tiene que descender hasta nosotros antes que nada.
La solución a este problema es sencilla: recibirla en “dosis” pequeñas, generación tras generación y permitir que miles de millones de personas y no una sola, trabajen en ello en cada generación.
De esta forma, recibiremos toda la Luz en la vasija mancomunada del alma común. La meta, sin embargo, es reunir todas las partes rotas del alma única que fue deliberadamente despedazada desde lo alto haciéndonos sentir separados y hostiles hacia los demás.
El odio que existe entre nosotros engloba toda la fuerza de conexión que estaba destinada a revelarse cuando “recibiéramos para otorgar”.
Sin embargo, como esto no sucedió, nos condujo a “recibir para nuestro propio beneficio”. Así pues, esta fuerza divisoria se transforma en lo opuesto durante el rompimiento y ahora está a la disposición de los seres creados.
Al corregir el odio de todas las generaciones anteriores, dentro de todas las partes múltiples de cada generación, lo que hacemos es recuperar las conexiones de las almas separadas.
En otras palabras, nuestra meta no es recibir la Luz para otorgar, sino volver a conectar las astillas que produjo el rompimiento.
Al lograr la conexión la criatura alcanzará el poder del otorgamiento y más adelante alcanzará la cualidad de “recibir para otorgar”.
Es necesario que nos demos cuenta que lo que nos distingue es la corrección del estado de separación entre nosotros y la construcción de relaciones basadas en el otorgamiento y el amor. No solamente el Creador nos despedazó en muchas partículas, sino que lo más importante es que quedaron separadas por la hostilidad.
Corregir significa reunir y conectar estas partículas nuevamente.
Debemos prestar atención a esto en lugar de concentrarnos en la Luz que se revela dentro de nosotros. La Luz que corrige nuestros deseos, la Luz del amor y el otorgamiento tiene que descender hasta nosotros antes que nada.
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