A menudo, la frustración y la depresión son causadas por un profundo y
distintivo miedo a estar solo en este mundo falto de conexión con los
seres queridos. En otras palabras, existe una fuerte base, un fuerte
cimiento, sobre el cual podemos construir las relaciones de familia. Sin importar el hecho de que tal vez no
nos necesitemos como antes, el obvio declive de las tradiciones
familiares, la disponibilidad de parejas sexuales, puertas que solían
estar cerradas en el pasado, ahora están bastante abiertas, y a pesar
del hecho de que las parejas tienen cada vez menos en común en estos
días, aun así permanece algo intrínseco en nosotros: un miedo
primordial, existencial a la soledad que podemos experimentar hoy en
día.
Dr: Laitman Aun así, las personas tienen menos posibilidades de encontrar una respuesta a este miedo al matrimonio. La confianza y el apoyo mutuo ya no están asociados con la familia contemporánea. El miedo está ahí, pero las soluciones aún no son visibles. Por supuesto, es mejor estar junto a
alguien que permanecer solo. Las personas con una gran “historia
detrás”, sienten que sus parejas dependen de ellas; entienden que son
responsables por ellas al menos debido a hábitos que fueron construidos
en el pasado. Sólo somos personas. Sin embargo, al mismo tiempo, no pienso
que el miedo a estar solo mantenga a las personas dentro de una buena
familia fiel. No necesitamos probar “teoría” por contradicción, ni
podemos resolverla ocultándonos de los aspectos negativos. Todo lo que
realmente necesitamos es ser positivos.
Pregunta: La
psicología afirma que no nos apegamos a nadie simplemente a causa del
miedo; en su lugar, estamos buscando un vínculo, una unidad interna más
profunda. Aun así, no hay duda que a muchas personas las mueve el
miedo. Aquí es donde comienza el proceso, aun cuando es bastante obvio
que la conexión correcta no viene de ello. Al contrario, el miedo hace
surgir otro fenómeno, a menudo evitando que rompamos las conexiones que
eran inherentemente defectuosas. Hablemos de una situación en la que las
personas se esfuerzan por establecer relaciones, pero no saben qué
hacer. La pregunta es: ¿Por dónde comenzar? Típicamente los diversos métodos les
ofrecen a las personas medios de autoexploración que les permiten
familiarizarse con su naturaleza: “¿Qué porción de mí puedo destinar a
conectarme con mi pareja?” Tras hacer esta pregunta, uno hace una
“lista”: “¿Qué espero de mi pareja y de nuestra vida en común?” Después,
cuando uno entiende lo que quiere y espera, puede configurarse para una
cierto tipo de relación en particular. Este ejercicio es muy común hoy
en día ¿Este ejercicio es correcto?
Dr: Laitman
Asumo, que es popular no sólo hoy en día. Siempre fue así: Las personas
calcularon su aporte y la contribución hecha por sus parejas dentro de
su vida en común. Casamenteros de todo tipo siempre se comunicaron de
esta manera, ayudaban a los jóvenes y a sus padres a hacer “buenos
tratos”. En realidad, se trataba de un negocio. Los dos futuros esposos
eran egoístas y
tenían que justificar fríamente si valía la pena vivir juntos. Sus
sentimientos hacia el otro eran sólo uno de los muchos componentes en
esta fórmula. Sus emociones tenían un “poder de compra” eran incluidas
en una ecuación general. ¿Es correcto este enfoque? No lo creo.
Por supuesto, funcionó por algún tiempo, pero hemos cambiado
dramáticamente. No estamos exactamente seguros de lo que queremos hoy, y
especialmente no sabemos qué querremos mañana. Aparte, nuestra
psicología está ampliamente pervertida por un enorme efecto externo que
nos empuja de lado a lado con restricciones, permisos, beneficios y
pérdidas imaginarias.
Cada “moda”, “cambio de temporada” nos
altera completamente desde el exterior, en adición a todos los cambios
internos por los que pasamos. Es por eso que nuestro cálculo de
beneficios y desventajas de nuestra familia futura potencial podría
estar equivocado. Sólo si establecemos un valor más elevado como meta y
aceptamos asumir cierto reto, hacia un objetivo que nos eleva por encima
de las interrupciones que suceden tanto en la sociedad como dentro de
nosotros, sólo entonces, la sociedad y sus células, las parejas jóvenes no sólo sobrevivirán, sino que florecerán.