Por el contrario, creemos que nosotros somos independientes. Alguna sensación, acción o pensamiento
excepcional y que no cumpla con mis expectativas es suficiente para no
estar dispuesto a vincular el evento con el Creador. Yo puedo mantener
la conexión con Él sólo si pienso bien acerca de Él, y por el contrario,
en el momento en que pienso mal de Él, esto nos separa; entonces pienso
en otra fuerza y le atribuyo esto a las demás personas, a mí mismo, a
la naturaleza, pero no la Fuente única. Sin embargo, posteriormente, yo vuelvo a
pensar nuevamente en el único poder que actúa en todo. Esta es la
manera en la que aprendemos a conectar todos los estados y todo con el
Creador. Él despierta dentro de nosotros diversos estados desagradables
para que, a pesar la separación o por encima de ella, nosotros nos
conectemos con Él, de tal forma que no dependamos de nuestras
sensaciones, de nuestra comprensión, sino que queramos conectarnos con
Su emoción y poder. La persona no tiene ninguna otra
corrección, sino solo atribuirle directamente al Creador todos momentos
por los que pasa ahora y en el futuro. De esta manera, ella justifica la
creación porque todos los mundos y todos los tiempos fueron creados
sólo para darle forma dentro de ella a una sensación del Creador. Todo
está diseñado únicamente para dirigirnos hacia el descubrimiento del
Creador. Suponemos que la realidad actual oculta
el Creador de nosotros. Sin embargo, esto no es así, dado que si nos
relacionamos correctamente con todo lo que está sucediendo, en vez de
una realidad que oculta, vemos una realidad que revela. Todo depende
específicamente de nuestra relación con esto. Es precisamente a través
de la ayuda de los poderes del rechazo que nosotros podemos avanzar.
En consecuencia, la sabiduría de la Cabalá
divide a las personas en “malvadas” y “justas”. Dondequiera que el
malvado rechaza, allí el justo avanza, porque quiere justificar que todo
lo que le sucede, ha sido hecho para su avance. La meta principal de la persona es
alcanzar la sensación de la realidad del Creador quien lo llena todo, la
fuerza única que actúa en todo el sistema, en toda la realidad. Le
corresponde a la persona invertir toda su energía en esto sin
involucrarse en ninguna otra cosa, sin dejarse confundir por otras
metas. Sentir al Creador significa adquirir la fuerza de otorgamiento.
Por lo tanto, no vale la pena pensar en nada más, porque la recompensa
para todos nuestros esfuerzos durante toda la vida es que, en cada
momento en esta realidad, nosotros tengamos el privilegio tener el poder
del otorgamiento por el cual comenzamos a entender y a sentir al
Creador. Nosotros lo vemos a Él como el otorgante. Con el fin de que la persona pueda
acercarse correctamente a este asunto, ella no existe sola. Por el
contrario, ella se encuentra en el marco de los sistemas sociales que le
ayudarán. No es por casualidad que a lo largo de la historia, las
personas se reunieron en pueblos, ciudades, naciones y hoy están
mezcladas en ciertas unidades sociales. Sin embargo, allí existe un tipo de
conexión que nosotros debemos construir artificialmente. A diferencia de
las otras formas, esta no se deriva del proceso evolutivo natural,
incluso sin este, el avance es imposible. Esto nos habla de una sociedad
o grupo único, dentro del cual, específicamente, nosotros tenemos que
ver los cambios a través de los que pasamos en el camino hacia el
Creador. Además de esto, Rabash escribe que, a
pesar de que yo vea las caras de las personas que me rodea, debo creer
que, detrás de ellas, se encuentra el Creador, quien hace todas estas
acciones que las obligan a hacer lo que yo estoy viendo. Alguien sonríe,
llora, me grita o se ríe de mí; esto no importa. Depende de mí el ver
en todo esto al Creador, que se presenta ante mí de esta forma. En la
vida normal, a través del entorno, yo tengo que penetrar a través de
ellos hacia la fuente que hace que ellos funcionen. El Creador lo hace todo, escribe Rabash,
pero la persona juzga de acuerdo a lo que sus ojos ven, de acuerdo al
comportamiento, de acuerdo a las caras, de acuerdo a las leyes de la
naturaleza, así sucesivamente y no de acuerdo a su creencia. Al estar entre los miles de millones de
personas, yo debo entender que todo lo que sucede, desde las noticias
hasta los más pequeños eventos mundiales que ocurren a mi alrededor, son
una presentación del Creador hacia mí. Eso es lo que tengo que entender
y aceptar, tratando de descubrir la buena voluntad detrás de las
“cortinas”, acercarme más a Él, descubrirlo a pesar de todo este
“teatro”. Rabash continúa y dice que alguien que
ve el rostro de su amigo, de hecho, está viendo al Creador. Por fuera de
su cuerpo, sólo existe el Creador. Así que, en consecuencia, la persona
es un verdadero ser creado. Específicamente, yo soy el ser creado y
todo lo demás es una parte del Creador, quien a través de esto quiere
que me sienta separado de Su realidad. Sin embargo, aparte de mí, sólo
Él lo llena todo. De esta forma, veo ante mí al Creador, la Luz
superior y todas las formas que recibo son atraídas por mi ego, que lo
divide a Él en partes con diferentes formas y tamaños. Al final, éstas
presentan ante mí las diversas partes de la naturaleza: el inanimado, el
vegetativo, el animado, o los seres humanos. Aparte de esto, el Creador lo llena
todo, por lo tanto, si estoy mintiéndole a un amigo, estoy
mintiéndole al Creador. Si le hago daño a un amigo, le hago daño al
Creador. Si me relaciono con los amigos de forma más sustancial, puedo
avanzar rápidamente hacia una comprensión correcta. Yo veré el mundo
entero como si estuviera completo, perfecto y sujeto a la guía superior,
veré que todo está dirigido para llevarme a la Raíz. Si es así, entonces realmente no existe
ninguna otra persona en toda la realidad. Sólo existimos el Creador y
yo. Todos los otros componentes actúan en la capacidad de un enlace de
transición, de un “tampón”, de un adaptador entre nosotros. Por lo tanto, Baal HaSulam escribe que,
antes de cada acción, yo mismo debo decirme que estoy actuando de forma
independiente y que el éxito depende de mí, y después del trabajo, debo
darme cuenta de lo sucedido. Tengo que tratar de entender que todo fue
construido desde el principio por el Creador. El resultado se sabía
desde el principio. Por lo tanto, depende de mí el aceptarlo todo sin
reservas, porque fue establecido de esta manera desde el principio. Sin embargo, está prohibido declarar que
todo era conocido desde el principio y que no hay necesidad de hacer
nada. Si nosotros aceptamos la conducta del Creador sin llevar a cabo
acciones sólo porque es posible atribuírselas a Él, entonces no
cambiamos. Así, vemos el mismo resultado de forma diferente, porque si
yo no he cambiado, me siento y me cruzo de brazos o hago algo sin
conexión con mi independencia y sigo el “re direccionamiento” del
Creador, al seguir, entonces avanzo a través del sufrimiento y los
golpes. Sin embargo, si en el trasfondo de la
conducta del Creador, yo le dedico tiempo a actuar por mi cuenta y
después de eso, traigo todo eso de vuelta hacia la “autoridad suprema”,
hacia el Creador, si actúo con el fin de equilibrar mi participación con
Su participación, entonces, de esta manera, yo soy cambiado. De un
salto, yo mismo me elevo a un nuevo nivel mediante la forma de “Yo lo
aceleraré”. Esta es toda la diferencia. El mundo
soporta mucho sufrimiento, porque quiere cambiar algo por su cuenta. El
cambio es necesario, pero le falta la otra mitad, esto es lo que
nosotros queremos explicarle a la humanidad.