¿No entiendo cómo difiere el futuro del pasado, lo cual nos hace incapaces de controlarlo y de encontrar una solución para la crisis y para el curso correcto del desarrollo?: El hombre siempre ha experimentado cambios (ha evolucionado de forma egoísta), y entonces, basado en esos cambios y de acuerdo a ellos, ajustaba el entorno para que este se “adaptara” a él. Pero hoy, ha cesado de evolucionar de forma egoísta; el desarrollo egoísta gradual del hombre ha finalizado. Por lo tanto, dejará de reformar el mundo que lo rodea. De este punto en adelante, el movimiento será “inverso”. En el presente, la naturaleza, el entorno circundante, está cambiando: se nos presenta como un sistema global, integral y nos fuerza a ajustarnos a este, a conectarnos con el mundo entero como su parte integral. En otras palabras, la fase en la que hemos entrado no es de transformación involuntaria del egoísmo humano que le dicta al hombre cómo reformar la naturaleza para que esta se “adapte” a él. En su lugar, es el hombre quien debe cambiar para alinearse con una nueva situación en la cual la naturaleza cambia “ante sus ojos”. Esto significa un cambio de paradigma: si previamente no participabamos en nuestras transformaciones internas y continuamos cambiando el ambiente para que se ajustara a nuestro egoísmo (hacíamos que sirviera a nuestras necesidades), hoy es el mundo que nos rodea el que está transformándose y esforzándonos a cambiar para encajar en este. El movimiento es el inverso: no del hombre al mundo que le rodea, sino del mundo que lo rodea hacia el hombre. Es decir, el mundo, el entorno natural, al experimentar un cambio, hará que cada uno y toda la humanidad cambien en consecuencia. La humanidad tendrá que reformarse, es decir corregirse para estar de acuerdo con la naturaleza. Esto nunca ha ocurrido antes. El hombre nunca tomó en cuenta a la naturaleza sino que la alteró: “Nuestra meta es tomar de la naturaleza todo lo que necesitamos”, es decir, hacer que esta sirva a nuestro ego. Y ahora, la humanidad tendrá que cambiar en lugar de cambiar la naturaleza que lo rodea. Así, el hombre debe comenzar a alcanzar la naturaleza, “verla” primero, y después pensar cómo estar en armonía con ella. La Naturaleza, es, de hecho, el Creador. Por lo tanto, llegamos a la necesidad de alcanzar toda la naturaleza, es decir al Creador, al reformarnos para “armonizar” con Él. Este es el punto de no retorno al que llamamos “una crisis”. Y no saldremos de esta hasta que entendamos de qué se trata este nuevo paradigma de nuestra existencia: no cambiar al mundo para que se ajuste a nosotros, sino cambiarnos a nosotros mismos para ajustarnos al mundo. Si continuamos haciendo intentos de alterar la naturaleza para que nos sirva, nos pondremos en oposición a ella. Al final, la naturaleza nos “quebrará” al hacernos pasar por un horrible sufrimiento.