El sufrimiento nos lleva a la pregunta: ¿Para qué vivo? No quiero vivir para sufrir mientras sirvo a mi egoísmo. Es mejor morir que vivir de esta manera. Muchas personas en el mundo están listas para morir, y muchas en realidad se suicidan. Entonces ¿Cómo puedo cambiar la situación para que en lugar de servirle yo a mi deseo, sea mi deseo quien me sirva? Esta es la única posibilidad si la Luz que Reforma actúa sobre mí. Yo necesito esta fuerza escondida, incluso yo no sé de dónde viene. Sólo esta cambiará el orden de prioridades en mí, elevando la importancia de la vida espiritual, del otorgamiento, del salir de mí mismo, y de elevarme por encima de los intereses egoístas de mi existencia aquí y ahora. En cierta etapa, el hombre se da cuenta de su esclavitud y entiende el significado de las palabras: “Yo he creado la inclinación al mal”. El ego te lleva hacia la muerte, es por esto que te refieres a este como “mal”. La vida parece ser la muerte para ti ya que trabajas para un maestro cruel que no te paga nada y te deja sin placer, hasta que de pronto mueres. No hay esclavitud más difícil.
Pero por el momento, yo aún no veo mi inclinación al mal; esta me ciega, parece ser mía. Pero en realidad es como si alguien me hubiera hipnotizado, programado, y yo hago lo que él quiere. Su poder es tan fuerte que él me controla de una manera tirana e imperceptible. Nacimos hipnotizados, e incluso no entendemos que estamos bajo alguna otra influencia. En la vida ocurre que caemos bajo alguna influencia, y sólo después nos sorprendemos al descubrirlo. Esta es la misma historia con respecto a la inclinación al mal. El problema aquí es con los medios: ¿Que nos ayudará a librarnos de su opresión?: La respuesta es el sufrimiento. El sufrimiento es como Faraón que llevó a los hijos de Israel más cerca del Creador. Este ángel de la muerte constantemente te obliga a que te esfuerces por él, y finalmente descubres que estás sufriendo por medio de sus órdenes y tu servidumbre. Entonces empiezas a buscar la causa de tu sufrimiento, y descubres que en realidad te ayudan a rechazar el mal. De esta forma Faraón, quien fuerza a los hijos de Israel con cargas pesadas, los acerca más a su redención. Entonces, estamos nosotros, junto con todo el mundo, parados en el comienzo del mismo proceso. Las almas más puras se despiertan primero, preguntándose a sí mismas acerca del significado de lo que está pasando: “¿Dónde está el villano que me ordena? Yo no quiero sufrir”. Al principio uno trata de imaginar su sufrimiento de forma egoísta. Luego eleva sus ojos y empieza a examinar la situación como un todo: “¿Qué está ocurriendo realmente aquí?” de esta manera nos dirigimos nosotros mismos hacia una meta diferente, en esencia, a una autoridad diferente. Vamos de un ángel a otro: del Faraón al Creador. Existen sólo dos opciones, y nadie más entre ellas. Por último, tú eliges quién gobernará sobre ti. Las almas más puras están atravesando esto ahora, y las otras vendrán después de ellas.
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