El mundo en el cual “No existe nadie más que Él”

Un ser humano es creado en tal condición que le parece como si existieran otras personas y un enorme mundo que lo rodea. Pero todo esto son sus deseos internos los cuales aun no ha sido capaz de reunir para ver que sólo existe él, ante el Creador. Uno debe atribuir todas las distorsiones, disturbios, deseos y pensamientos extraños, e incidentes aparentemente “casuales” que le suceden, no a sus numerosas e imaginarias fuentes y razones, que aun le son aparentes por causa de la imperfección de su trabajo, sino sólo al Creador. En esto consiste el trabajo interior. Finalmente, todo lo que una persona no le atribuye al Creador, sino se lo adscribe a otras fuerzas, como a otras personas, a todo tipo de razones, destino, o incluso a sí mismo, todo esto es llamado “ídolos” (dioses extraños). Así, él se considera dependiente de algo más que el Creador, como si hubiera alguna otra fuerza que pudiera ser una fuente de influencia sobre él, ya sea buena o mala. Debemos llevar a cabo el principio de “No existe nadie más que Él” por encima de todos los obstáculos que intencionalmente nos llevan al camino equivocado para que nos sintonicemos con la fuerza única, con una fuente. Este trabajo consiste de varios tipos y etapas aparentemente diferentes:
. Aclarar la unicidad de la Fuente, si existen otras fuentes o sólo hay una;
. Aclarar la naturaleza de la Fuente, si es buena o mala;
. Aclarar nuestra relación con la Fuente: es “por uno mismo” o “por el bien de otorgar”.
Una persona realiza el trabajo relacionado con la Fuente con su vasija espiritual personal, deseo, al unirse con todos los otros, y entonces se siente a sí mismo como la única criatura. Él además une todas las fuerzas que actúan en él, todas las diversas fuentes en una Fuente. En otras palabras, existen diferentes tipos en este trabajo, dependiendo de cómo se conecten esos dos, un ser humano y el Creador.