Por supuesto, no debemos imaginar este proceso como nos lo representan en las películas de Hollywood. De hecho, en los libros de los cabalistas no hay una sola palabra escrita acerca de nuestro mundo, sino que los libros sólo hablan de fenómenos y conceptos espirituales. Estos solo nos hablan sobre el deseo de recibir, que es el único objeto que existe y la sabiduría de la Cabalá se involucra en esto. Este deseo es permanente, de hecho, proviene de la nada, pero existe. Hay dos posibilidades para captarlo, realizarlo y arreglarlo: o con el propósito de recibir o con el propósito de otorgar. Desde el comienzo se nos dio el deseo de recibir con el propósito de recibir, como está escrito: “Yo creé la inclinación al mal”. Por lo tanto, el deseo de recibir egoísta bloquea en el nivel de la bestia y no nos permiten elevarnos al nivel de Adam. Este está bloqueado dentro de nosotros y podemos subir a éste sólo con la condición de que nos elevemos por encima del deseo de recibir que se descubre aquí. Así es como entramos en el mundo superior, en la dimensión superior. Entonces, después de que el deseo de otorgar nos cambia, nos esarrollamos a lo largo de dos líneas: la “línea derecha” y la “línea izquierda” La línea izquierda es el deseo egoísta que se despierta en nosotros cada vez más, en la línea derecha lo corregimos una y otra vez, por medio de la Luz que Reforma y lo transformamos en el deseo de otorgar. Así es como se lleva a cabo el proceso en paralelo, esto en contraste con aquello, hasta que todo el deseo de recibir “se pudra” finalmente, hasta el estado llamado “muerte”. Sin embargo, esto no es suficiente, porque aún no hemos lo transformado en un verdadero deseo de otorgar. Nosotros sólo trabajamos por encima de él en todo tipo de formas. Yo hago algo de él, pero algunas partes no se ajustan y aparentemente todo el tiempo me deslizo por debajo de mi capacidad. Entonces, llega el momento para una actividad única: la “resurrección de los muertos”. Aquí vemos unas cuantas etapas del desarrollo en las que la persona utiliza su deseo de diferentes maneras. En la primera etapa, ella sale de este mundo hacia el mundo espiritual y prefiere elevarse por encima de todo lo que tiene aquí y vivir en el otorgamiento en vez de hacerlo en la recepción. Después de eso, pasa a través del Majsom y desarrolla sus intenciones altruistas por encima del deseo constantemente creciente y lo utiliza para otorgar con el propósito del otorgamiento. Después de eso, ella pasa a la intención de recibir con el fin de otorgar, “amarás a tu amigo” como resultado del uso de estos medios, a la persona le queda un deseo que todavía no puede utilizar en otorgamiento. Este es un deseo muy gran llamado el “corazón de piedra”. s necesario indicar que cuando entramos en la espiritualidad, podemos realizar en ésta sólo una “línea delgada”. Incluso a través del trabajo que hacemos, nosotros solo expandimos ligeramente esta línea que desciende a nosotros de arriba hacia abajo. Después de todo, el corazón de piedra es la esencia de la creación y la densidad esencial que nos queda para la corrección final. De hecho, el corazón de piedra no es el deseo que el Creador creó. Este es el deseo de recibir que nosotros mismos descubrimos y formateamos. Sin embargo, nosotros no lo creamos como lo hizo el Creador con Su actividad, pero, no obstante, creamos algo nuevo.
La fuente de la destrucción se revela en el “Árbol del Conocimiento”. Después de continuar con este “hilo”, descubrimos la diferencia entre nosotros y el Creador, el corazón de piedra que se descubre en cada nivel. Éste llega desde arriba como un punto de datos, con nuestro trabajo con el propósito de otorgar, descubrimos cuán diferentes, distantes y completamente opuestos somos realmente de Él.
El corazón de piedra se nos revela de abajo hacia arriba hasta que alcanza dimensiones gigantescas, pero sólo según el grado en que podemos borrarlo, quemarlo y aniquilarlo. A final lo matamos y después de podrirse, éste alcanza su corrección. En otras palabras, después de que este deseo pasa por todas las etapas, realmente retorna al polvo. Estaba en el nivel del hablante, después de eso, en el animado, luego en el vegetativo, hasta estar totalmente podrido y alcanzar el nivel de polvo, como está escrito: “Porque polvo eres y al polvo regresarás”. Así es como terminamos la corrección. Entonces, se realiza una acción para la cual indudablemente no estamos preparados, pero que deseamos mucho: La “resurrección de los muertos”. El corazón de piedra, que era lo opuesto al Creador, nos separa de Él y se descubre gracias a los esfuerzos que hemos hecho como si estuvieran diseñados para esto. Cuando yo quería avanzar hacia el Creador con todo mi poder y fuerza, con todos los esfuerzos, de acuerdo a esto, descubrí mi oposición al Creador. Es como si yo lo hubiera descubierto en las profundidades de la creación que estaba oculta de mí y por lo tanto, con su corrección se completa la corrección general. Volviendo a la “descomposición” y a la “resurrección de los muertos”: sin duda todo esto sucede en el ascenso de la escalera espiritual y nuestros cuerpos “bestiales” que viven y mueren en este mundo, como todos los demás organismos, no tienen conexión con esto. Toda la sabiduría de la Cabalá habla sólo de la idea interna llamada el Adam en nosotros, no se trata de nuestra biología y zoología que pertenecen sólo a la realidad física. En el artículo, “La Libertad”, Baal HaSulam escribe que “la sabiduría de la Cabalá no menciona nada de nuestro mundo corporal”, en El Libro del Zóhar, Parashat “VaYetze”, 139, está escrito: “El Zóhar no habla en absoluto acerca de los eventos físicos, sino de mundos más altos”. También en el Talmud Eser Sefirot, Baal HaSulam escribe en el volumen 1, “Debemos recordar que toda la sabiduría de la Cabalá está basada en conceptos espirituales que no ocupan espacio o tiempo. Toda la dificultad para los principiantes es que ellos comprenden estas cosas con expresiones físicas que tienen limitaciones de tiempo y espacio, sustitución y permutación, que los autores utilizan meramente como simples símbolos de sus raíces más elevadas”. Además, Rav Kook escribe en “Cartas, 1″: “Yo me consterné al ver que una forma corpórea representaba el concepto del Adam Kadmon de la Cabalá, que sólo es un concepto metafísico, un concepto Divino. Dios no permita que materialicemos estos conceptos sagrados, incluso como una forma de estudiar”.