En esencia, lo que estudiamos en la Cabalá es el proceso que tenemos que atravesar. La ciencia de la Cabalá nos explica qué es el mundo, porqué y para qué existe, y cómo existimos en este y realizamos la meta de la creación. La Cabalá apunta a la parte que tenemos que realizar nosotros mismos al separarla de todo lo demás, lo cual no depende de nosotros. Tenemos que concentrar todas nuestras fuerzas precisamente en el área que depende de nosotros, realizando esta victoriosa entrada y alcanzando el éxito en el camino a la meta. En eso consiste todo el método cabalístico: en mostrarle al hombre este punto, el diminuto botón entre miles de varios botones e interruptores que no están conectados a nada. Es como si estuvieras ante un enorme tablero de control del mundo, pero en realidad es un juguete.
Sólo un botón está conectado al sistema, y ese botón está perdido entre enormes interruptores, bulbos, y paneles de colores. Toda tu vida presionas botones, giras llaves, buscas palancas, deslizas interruptores, giras las ruedas, y mueves sintonizadores, y no hay resultados y mueres como si no hubieras accionado nada. Y más aun, todos tus esfuerzos se acumulan en una tremenda carga negativa, que todavía tendrás que corregir en el futuro. Después de todo, el egoísmo crece en cada generación. Por lo tanto, al final, la ciencia de la Cabalá nos explica dónde se encuentra este botón secreto, el cual no puede ser distinguido o reconocido entre miles de otros. Este es precisamente el botón que debemos presionar constantemente para avanzar. Gracias a este, comenzamos a entender el sistema, a adivinar lo que sucede detrás del tablero, a conjeturar cómo los otros botones nos están confundiendo y porqué sólo uno de ellos funciona. En pocas palabras, llegamos al entendimiento de quiénes somos, de quién está del otro lado del mecanismo, y cómo opera este mecanismo para conectar al Creador con la creación y la creación con el Creador. De todo lo que existe en este mundo, tenemos que presionar un botón llamado “amor por el prójimo”. Sólo por medio de este botón seremos capaces de activar el sistema. Todos los otros botones son imitaciones, una mentira. Junto con miles de millones de tus contemporáneos, puedes presionar, girar, hacer clic, y empujar esas partes simuladas, justo como lo hicieron las generaciones pasadas sólo para gastar sus últimas reservas en intentos estériles. Por lo tanto, tenemos que entender cómo encontrar este botón especial y cómo presionarlo, cómo usar nuestro libre albedrío para actuar correctamente, sin dejar que nada nos pase inadvertido. Tenemos que explicarnos esto a nosotros mismos y a los demás de manera que quede claro para todos: otras acciones, que no estén conectadas a este botón que transforma el amor por las criaturas en amor por el Creador, son estériles e inútiles. Más aun, sólo incrementan el menos en nuestras cuentas y todavía tendremos que regresar a ellas. Si tus acciones están dirigidas a la meta, se registran en tu cuenta. Gracias a ellas, avanzas, entendiendo y sintiendo más. Sin embargo, si tus acciones son falsas, entonces tendrás que volverte consciente de esta mentira, de tu error, y del daño que causaste para corregirlo y después continuar yendo hacia adelante. Entonces, resulta que acumulamos adiciones altamente indeseables, y por lo tanto debemos ser cautelosos con acciones que sean inherentes a los “correctores del mundo”. Todas las correcciones que debemos llevar a cabo, es decir presionar el botón correcto, son llamadas “usar la Torá y los mandamientos”. Yo estoy formado de 613 deseos y al presionar el botón, evoco una cierta fuerza que me corrige con su influencia, convirtiendo mis 613 deseos en acciones de otorgamiento. Si restrinjo el deseo, creando una pantalla y Luz reflejada encima de esta, al interactuar correctamente por el bien del otorgamiento, entonces este deseo se transforma de una transgresión en un mandamiento. Así es como debo corregir todos mis deseos en todos los cinco niveles de Aviut de cada uno de ellos. Este es mi trabajo, que debemos llevar acabo al presionar el botón adecuado, es decir estableciendo la conexión correcta con el prójimo.
Sólo un botón está conectado al sistema, y ese botón está perdido entre enormes interruptores, bulbos, y paneles de colores. Toda tu vida presionas botones, giras llaves, buscas palancas, deslizas interruptores, giras las ruedas, y mueves sintonizadores, y no hay resultados y mueres como si no hubieras accionado nada. Y más aun, todos tus esfuerzos se acumulan en una tremenda carga negativa, que todavía tendrás que corregir en el futuro. Después de todo, el egoísmo crece en cada generación. Por lo tanto, al final, la ciencia de la Cabalá nos explica dónde se encuentra este botón secreto, el cual no puede ser distinguido o reconocido entre miles de otros. Este es precisamente el botón que debemos presionar constantemente para avanzar. Gracias a este, comenzamos a entender el sistema, a adivinar lo que sucede detrás del tablero, a conjeturar cómo los otros botones nos están confundiendo y porqué sólo uno de ellos funciona. En pocas palabras, llegamos al entendimiento de quiénes somos, de quién está del otro lado del mecanismo, y cómo opera este mecanismo para conectar al Creador con la creación y la creación con el Creador. De todo lo que existe en este mundo, tenemos que presionar un botón llamado “amor por el prójimo”. Sólo por medio de este botón seremos capaces de activar el sistema. Todos los otros botones son imitaciones, una mentira. Junto con miles de millones de tus contemporáneos, puedes presionar, girar, hacer clic, y empujar esas partes simuladas, justo como lo hicieron las generaciones pasadas sólo para gastar sus últimas reservas en intentos estériles. Por lo tanto, tenemos que entender cómo encontrar este botón especial y cómo presionarlo, cómo usar nuestro libre albedrío para actuar correctamente, sin dejar que nada nos pase inadvertido. Tenemos que explicarnos esto a nosotros mismos y a los demás de manera que quede claro para todos: otras acciones, que no estén conectadas a este botón que transforma el amor por las criaturas en amor por el Creador, son estériles e inútiles. Más aun, sólo incrementan el menos en nuestras cuentas y todavía tendremos que regresar a ellas. Si tus acciones están dirigidas a la meta, se registran en tu cuenta. Gracias a ellas, avanzas, entendiendo y sintiendo más. Sin embargo, si tus acciones son falsas, entonces tendrás que volverte consciente de esta mentira, de tu error, y del daño que causaste para corregirlo y después continuar yendo hacia adelante. Entonces, resulta que acumulamos adiciones altamente indeseables, y por lo tanto debemos ser cautelosos con acciones que sean inherentes a los “correctores del mundo”. Todas las correcciones que debemos llevar a cabo, es decir presionar el botón correcto, son llamadas “usar la Torá y los mandamientos”. Yo estoy formado de 613 deseos y al presionar el botón, evoco una cierta fuerza que me corrige con su influencia, convirtiendo mis 613 deseos en acciones de otorgamiento. Si restrinjo el deseo, creando una pantalla y Luz reflejada encima de esta, al interactuar correctamente por el bien del otorgamiento, entonces este deseo se transforma de una transgresión en un mandamiento. Así es como debo corregir todos mis deseos en todos los cinco niveles de Aviut de cada uno de ellos. Este es mi trabajo, que debemos llevar acabo al presionar el botón adecuado, es decir estableciendo la conexión correcta con el prójimo.
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