Uno es impresionado por la
importancia de la cosa. La impresión lo lleva a uno a la sensación en el
corazón y de acuerdo a la medida de su reconocimiento de la
importancia, en esa medida, nace la alegría. Nuestra base es opuesta al Creador. Hay
dos deseos: el deseo de recibir y el deseo de otorgar, los cuales son
opuestos entre sí, porque uno se deriva de algo de algo y el otro se
deriva de algo de la nada. Así que cuanto más humilde sea la persona,
más reconoce la grandeza del Creador. Es muy fácil ver qué aprecia el deseo de
recibir. Nosotros estamos dispuestos a inclinarnos ante una persona
importante, a admirar un fenómeno importante, si nuestro ego siente que
son importantes. La persona pasa toda su vida buscando la sensación de
estabilidad, confianza, apoyo. Sin embargo, si hay algo externo al
deseo de recibir, yo no lo siento como un factor importante que pueda
darme el placer deseado o como una amenaza a lo que ya tengo, y si no
está en contacto con el deseo de recibir, entonces yo necesito crear la
conciencia de su importancia, una nueva conciencia. ¿Cómo puedo hacer
eso?. La condición “El Señor es excelso y los depreciables lo verán”, nos dice que tenemos que cambiar. Después de todo, al menos tenemos el
deseo de recibir. Así que cuando trabajemos persistentemente con el fin
de identificar la bajeza de éste, seremos capaces de identificar la
grandeza de la fuerza de amor y otorgamiento en la misma medida. Vemos
que una cosa se deriva de la otra, de acuerdo al principio de “la
ventaja de la Luz a partir de las tinieblas”. Nosotros podemos hacer esto sólo en las
relaciones entre los amigos. Las relaciones con el mundo externo no son
apropiadas para eso, porque hay otras normas allí. En el grupo, la
persona puede hacer esfuerzos por anularse a sí misma de manera simple,
tanto como pueda, incluso sin la correcta intención. Luego ella ve que no es mejor que los
demás. Por el contrario, resulta que es incluso peor que ellos en sus
atributos. La Luz que Reforma le influye a través del grupo y aunque la
persona no entiende, ve que los amigos
tienen más éxito, tienen más fuerza para anularse a sí mismos, más
fuerza para participar en las clases, en la conexión y en la adhesión a
la meta. Al mismo tiempo, se da cuenta que ella también puede hacerlo.
Aquí es donde radica la sensación de importancia, pues resulta que el
Creador se relaciona personalmente con ella.
Así, una y otra vez, sólo al medirse a
sí misma en relación a los amigos, puede la persona entender que por un
lado es despreciable y por otro lado es digna de algo que no merece en
absoluto. Ve que todas las demás personas están separadas de la fuerza
superior, mientras que ella fue recompensada con una actitud especial de
Él. Esto evoca el desarrollo de las vasijas en ella. Se vuelve más
responsable de lo que ha recibido y siente que ya es responsable por los
demás. Esto se debe a que no lo recibió gracias a sus esfuerzos o a sus
logros personales. No, el Creador la ha invitado a realizar este
trabajo especial y de ahora en adelante ella es responsable de la
corrección del mundo. Esta es la forma en que cada uno debe
verse a sí mismo, porque la corrección del mundo depende de él. Nadie
más puede corregir lo que él corregirá. Así que la persona siente que es
despreciable y al mismo tiempo entiende que ha recibido una misión muy
importante. El Creador, por supuesto, sólo espera que la persona sea
capaz de cumplir con la misión y ella está lista para ayudarle de
cualquier manera posible. La persona sólo tiene que preparar una oración
para que el Creador complete lo que ella ha comenzado (“El Señor lo
completará por mí”). Así avanza. Cuando la persona mira el
pasado, entiende que el Creador le ha preparado todo el camino. Ella no
puede hacer nada por sí misma, o esperar nada de antemano, dado que no
sabe cómo avanzar. Por el contrario, todo estaba preparado de antemano
desde arriba para ella. Entonces, la persona siente gratitud por
estar en un grupo, por el hecho de que cuenta con el apoyo desde
arriba, por la orientación que ha recibido hasta ahora. Es sobre esta
base que puede estar segura de que si avanza y cada vez reconoce la
bajeza de su naturaleza, entonces por el contrario sentirá la “grandeza
del Señor” que eso la llena. En vez del orgullo vacío, “ella elevó su
corazón en los caminos del Creador” así avanza. Esta es la razón por la cual Baal HaSulam
dice que “el futuro de uno depende, está sujeto a la gratitud por el
pasado” de su naturaleza, de los progresos que ha hecho y de su estado
actual. Ella ve que no ha elegido su naturaleza, su destino y que no
fue ella quien planeó su camino, ni se diseñó a misma de la manera que
es. Todo en realidad proviene de Arriba, de tal manera que, si continúa
avanzando, sepultará su ego y desde ese punto en adelante habrá ante
ella un camino maravilloso para la expansión futura.
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