Las actuaciones en el escenario comenzaron en la
antigua Grecia, pero en las tribus más primitivas acostumbraban reunirse
en torno al fuego, vestidos con pieles de animales y representar la
caza de mamuts. Con el paso del tiempo, el teatro pasó
por una multitud de cambios, pero la inusual sensación de asombro que
cobró vida en el escenario que estaba conectada a esta fue preservada.
La persona que llega al teatro siente grandemente que es parte de esta
maravilla, en una medida tal, que ya cuando compra los boletos, comienza
a mirar hacia adelante, a sentirlo y a experimentarlo como si fuera un
niño. Ella viene al teatro, se sienta en su
silla y siente a la multitud que llena el pasillo. La luz se atenúa
gradualmente, en el salón crece una tensión agradable a la espera de
que suban el telón y aparezcan los actores en el escenario. De esta forma aparece una sensación
única como si, en este momento, ustedes estuvieran separados de todos
los problemas y preocupaciones diarias, y estuvieran inmersos en otra
vida. ¿Qué es esta maravillosa experiencia particular que se produce en
las personas en el teatro?
Dr. Laitman: Hay
una cosa tal como la influencia del entorno sobre la persona. En un
grado en particular, esto también es típico de los animales y mientras
que la persona siente mucho la influencia del entorno, este podría
constar de una o de miles de personas. Todo depende únicamente de la fuerza con
que la persona percibe la influencia del entorno. Si esa persona es
importante para ella, entonces una persona es suficiente. Esto significa
que aquí la calidad es importante. Sin embargo, si hay millones de
personas, entonces ellas influyen a través de su cantidad. En cualquier
caso, la persona entra bajo la influencia del entorno. Nosotros no somos muy susceptibles a la
influencia de los niños, pero los adultos somos capaces de afectarnos, y
cuanto más elevados sean ante nuestros ojos, más influyen. El miedo, la
ambición, la envidia y el ansia de dominio también se mezclan aquí. A medida que nos acercamos a un teatro,
ya estamos preparados para entrar en la influencia del entorno
artificial que nos presenta algún evento único. Podría ser que no sea
completamente realista, pero de alguna manera está conectado con la vida
del hombre. Esto se presenta a menudo como en
éxtasis de amor, odio, miedo y desesperación muy fuertes, o como algún
tipo de evento brillante, histórico. Todo esto se exagera
intencionalmente por medios externos de influencia y se lleva ante el
espectador. Incluso se agrega música para mejorar en
gran medida la experiencia. Para cualquier persona que conozca de
ópera, esta es la herramienta más poderosa e influyente. La persona ama a entrar bajo la
influencia de la presentación, porque esta se conecta con su vida. A
pesar de no haber experimentado eventos de este mismo tipo, ella todavía
puede imaginarlos por sí misma. Nos encanta el teatro, puesto que está
listo para recordarnos sobre las experiencias que hemos tenido que
pasar, incluso pueden ser trágicos acontecimientos, pero cuanto más
profundamente entramos en el pasado, más se apaciguan, entonces nos
gusta mirarlos. Nos identificamos con las experiencias de los actores e
incluso lloramos con ellos por la emoción. ¡Incluso estamos dispuestos a pagar
dinero por esto! Es muy extraño. Nosotros experimentamos miedo, emoción,
e incluso lloramos y por todo esto tenemos que pagar. Sin embargo, la
idea es que la persona perciba estas preocupaciones y experiencias
apaciguadas. Ella entiende que éstas no son las preocupaciones reales de
su vida, sino sólo las impresiones de la representación y por eso le
gustan. El teatro hace que sea posible
experimentar una y otra vez sensaciones como estas que hoy en día le
parecen agradables y dulces. Esto indica que todo lo que atravesamos en
la vida, incluso los acontecimientos más trágicos, en última instancia,
se endulzan. Ellos se apaciguan hasta tal punto, que aceptamos que
teníamos que atravesar todas estas situaciones, porque esta era nuestra
vida y en la vida, hay un lugar para cada cosa.
Esto sugiere que en la vida nada es
accidental; cada evento que sucede es una parte del destino que nos dan
intencionalmente desde arriba y tenemos que pasar a través de él. En
última instancia, aceptamos que todo lo que hemos experimentado en
nuestras vidas nos lo envían de manera justa y necesaria. Por lo tanto,
justificamos cada paso de nuestro camino porque entendemos su beneficio.
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