¡La conexión tiene que ser alcanzada mediante un ataque! En la medida de nuestros esfuerzos por alcanzarla en el mundo corporal, avanzando hacia la conexión, de acuerdo a su entendimiento y la raíz de su alma, forzamos al Creador a actualizarlo. El Creador nos está entrenando, como un maestro, un instructor y por lo tanto, no siempre ayuda fortaleciendo la unidad, sino que a veces, hace lo opuesto, para mostrarnos dónde requerimos un mayor esfuerzo.
Él nos da toda clase de ejercicios, nos obliga a probar distintas formas. Y si interpretamos correctamente su mensaje percibimos todo lo que está sucediendo en la realidad -desde la ruptura del alma colectiva en el pecado del Árbol del Conocimiento, hasta el día de hoy- como el llamado del Creador para ayudarnos a comprender la conexión, al punto en que empezamos a entender nuestro trabajo. Empezamos a sentir nuestro diálogo continuo con el Creador, Su reacción hacia nosotros.
Tenemos entonces un lenguaje común con el Creador. Lo principal es que Lo empecemos a entender, percibiendo todo lo que está sucediendo en el mundo -eventos supuestamente buenos o malos- como la comunicación del Creador conmigo, una llamada a que me dirija a Él. El Creador se oculta detrás de todas las acciones, detrás de toda la realidad y yo intento discernir Su trabajo detrás de todo lo que sucede y me concentro, no en las acciones mismas, sino en el Creador.
Esto requiere constante perseverancia, para no dejar que el Creador nos engañe. No importa cómo Él se oculta detrás de todo lo que pasa, volvemos directamente a Él. ¡Lo hace muy feliz! y también da gozo a la persona, si -con la ayuda del entorno- está dispuesta a aceptar este juego y a revelar al Creador por encima de Su ocultamiento.
Pero esto se nos da de modo que no sólo imaginamos Su presencia en todo lo que pasa. Sólo es suficiente al principio. Luego, necesitamos movernos hacia un trabajo más enfocado: luchando para unirnos con los demás y descubriendo cuánto el Creador nos obstaculiza en esto. Esta dificultad es donde aprendemos de Él.
Es como escalar una montaña con un palacio real en la cumbre. Cuanto más intentamos unirnos, más lo impide el Creador: nos provoca olvidos y envía todo tipo de disturbios. Y a pesar de todo, con la ayuda de la Arvut (garantía mutua) y la unidad establecida, nos intentamos ayudar el uno al otro, recordándonos que lo principal es seguir en la conexión mutua para revelar al Creador, quien ejecuta esta conexión y se revela dentro de ella.
En este caso, nos llaman Israel (Yashar-Kel), es decir, dirigido “directamente al Creador”, porque queremos revelar la única razón verdadera para todo lo que sucede en nuestra realidad. Queremos restablecer el sistema del alma común, Adam HaRishón, lo cual el Creador nos impide unir, para que a través de los disturbios, descubramos su estructura. Así es como el ataque continuo a la conexión sigue hasta que el Creador se rinda y diga, “¡Quiero!” y permita que nos unamos y Lo revelemos. Nos convertiremos en una vasija para Su revelación y Él, el llenado de esta vasija, y de este modo alcanzaremos nuestra primera adhesión con el Creador.
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