
Yo mismo no me corrijo, sino que corrijo sólo mi actitud y conexión. La inclinación al mal no está dentro de mí, sino entre los demás y yo, dentro de mi actitud hacia ellos. Yo debo estar en conexión con alguien para averiguar si esta conexión es buena o mala y si requiere un cambio. La primera etapa es revelar que esta red existe. De ese momento en adelante, yo comienzo a avanzar cada vez más, revelando de manera consciente qué debe ser corregido: cuales relaciones y cualidades se requieren ahora y cuales cualidades se requieren más tarde. Así, yo revelo gradualmente todo el sistema de las relaciones entre los demás y yo. Pero luego me doy cuenta que en realidad ésta era una conexión con el Creador. Existen dos etapas en el trabajo. Si yo puedo trabajar confidencialmente, sin ninguna referencia a mí mismo, revelo que el Creador se oculta detrás del prójimo. Hasta ese momento esto no es claro, yo puedo robar un poco de aquí y allá, hacer algunos cálculos egoístas. El Creador me ayuda a entender que los cálculos son correctos y por lo tanto, aparece ante mí en forma de amigos y de algunas otras más imágenes tangibles con las cuales puedo trabajar mutuamente.
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