Cuando estudiamos la naturaleza y a nosotros mismos, descubrimos que
dependemos totalmente de nuestros genes y nuestro entorno. Evidencias
apabullantes sugieren que no existe ningún tipo de libre albedrio y que
todos somos mortales. Sin embargo, no estamos dispuestos a conformarnos
con esos hechos: ignoramos los resultados de nuestra propia
investigación y preferimos permanecer en las ilusiones que nos resultan
atractivas ¿Cómo puede ser resuelto este conflicto?
Dr: Laitman
Estudiamos muchos fenómenos, pero no somos necesariamente guiados por
los resultados. Existen cosas como las dudas, las creencias y el egoísmo
después de todo. Incluso si sabemos que estamos equivocados, aun así
nos aferramos a nuestra “opinión” ya que esto es lo que realmente
queremos. Sabemos esto de los niños, pero los adultos a menudo hacen lo
mismo. En pocas palabras, nuestra vida es
difícil. Pero en cualquier caso, los datos razonables, imparciales
comprobados por la investigación científica deben ser aceptados como
hechos. De otra manera, al final, dañaremos a otros y a nosotros mismos. Por otra parte, los conceptos que no han sido validados o probados por la ciencia ya no pueden ser aceptados.
Pregunta:¿Entonces, un ser humano es una criatura irracional y egoísta que cree en cuentos de hadas si estos le resultan adecuados?
Dr: Laitman
¡De verdad! ¿Cómo puede ser eso? ¿En realidad somos activados por
sensaciones placenteras incluso si son equivocadas? Digamos que, me
gusta fumar, comer en exceso, hacer muchas cosas que no son sanas. No
me importa que hagan daño siempre y cuando las disfrute. Quiero hacer lo
que me complace y si tengo que pagar por ello más tarde, a quién le
importa. Esa actitud es irracional. Lógicamente,
tengo que aceptar las leyes de la naturaleza y acatarlas, siguiéndolas
tan precisamente como una máquina. Sin embargo, mi deseo “hecha a
perder” todo y en su lugar, hago lo que me place. Así es como es creado
un ser humano. En contraste con la naturaleza inanimada, vegetativa, animada y los humanos son unos malcriados. Si no fuera por nuestro egoísmo, seríamos
simplemente animales que tienen un programa rígido insertado en ellos;
si fuera así, esto no nos dejaría ninguna elección. Los animales no
enfrentan dilemas como: “¿Hacer o no hacer algo? ¿Debo hacerlo de esta
manera o de esta otra? ¿Será placentero o no?” Están gobernados por
mandamientos rígidos; eso es todo. En esto somos peores que ellos; ¡somos
los peores de todos! Después de todo, nuestro egoísmo nos estorba y
evita que observemos las leyes de la naturaleza; no nos deja actuar como
se supone que lo hagamos, sin desviarnos un centímetro hacia la derecha
o a la izquierda, caminar sólo por la línea directa en la ruta. Las
leyes de la naturaleza son inmutables, invariables, e infinitamente
precisas; sin embargo, el egoísmo en exceso nos destruye y nos abruma.
Hacemos lo que es bueno para nuestro ego y siempre es en contra de la razón. Esta es la manera en que un hombre se
convierte en un “animal malcriado”. Todas nuestras adiciones al nivel
animado parecen extremadamente buenas: cultura, educación, etc. Esas
cosas están particularmente basadas en nuestra corrupción. La
literatura, la música y otras “alturas espirituales” son resultado de
la deficiencia del hombre tras haber dejado de ser un animal. Los
pájaros están cantando no porque aspiren a la belleza, sino por hacerlo.
Pero, nosotros somos diferentes. Al final, cualquier adorno al sentido común y a la ciencia
en su forma pura es dañino. En realidad, todo lo que debemos promover
es la ciencia. Sin embargo, estamos usando todo lo que podemos ¿Qué
podemos hacer al respecto? En realidad, incluso la educación, la
formación y la cultura, todo lo que no es derivado de los instintos
animales, es defectuoso y son intentos de compensarlos. No nos damos
cuenta de cuán fuertemente nos desviamos del camino que nos fue dado por
la Naturaleza, tampoco entendemos que nos hemos vuelto un elemento
extraño, un “tumor canceroso”, que se desarrolló en nuestro cuerpo
colectivo. Eventualmente, el tumor se destruye a sí mismo y al entorno
en el que vive. La Ecología es elmejor ejemplo. Las células cancerosas
devoran el cuerpo y mueren junto con este. No pueden parar. Esta es su
forma de existencia. El egoísmo actúa de la misma manera en nosotros. Entonces tenemos que entender claramente
dónde está la línea, la frontera, la partición entre la ciencia y la
“ciencia ficción”, es decir, las religiones, las creencias, los
conceptos filosóficos, las construcciones filosóficas, etc. Podemos usar
cosas dentro de la esfera científica si lo hacemos de forma precisa,
como animales siguiendo sus instintos y no cometer errores. Incluso si
hemos descubierto todo tipo de fenómenos y desarrollado varios métodos
que están basados en nuestros hallazgos, aun así esas cosas existen
originalmente en la naturaleza. Por lo tanto, si seguimos las leyes de
la naturaleza, todo va bien. Está bien si las leyes de la naturaleza son
reveladas en la ciencia. Sin embargo, si nos referimos a la esfera
especulativa, a prácticas y teorías artificiales, debemos tener en
mente que todas ellas son imaginarias y falsas. No puedes aplicarlas en
la vida. En ese caso, ¿cómo nos relacionamos con el alma? No la encontramos con métodos científicos y no la sentimos con nuestros sensores ¿Entonces existe realmente?. Es bastante posible que la ciencia sea
capaz pronto de responder a esta pregunta. La ciencia constantemente
extrae algo nuevo que estaba oculto, corrige las deficiencias actuales,
moderniza y mejora las cosas que ya han sido descubiertas previamente.
Sin embargo, no podemos basarnos en suposiciones. Por otra parte, ¿cómo debemos referirnos a los libros escritos por cabalistas que nos hablan del alma? ¿Podemos basarnos en ellos? Después de todo, la fe no funciona dado que no es científica. Entonces, mientras no alcancemos esas
cosas por nosotros mismos, sin que ninguna evidencia pruebe su
existencia, tendremos dudas. ¿Qué podemos hacer?.Debemos reconciliar nuestra progresión natural como una “bio-máquina
con combustible electro-químico” y claramente darnos cuenta de que no
tenemos ninguna libertad de elección
excepto en seleccionar lo que nos rodea y colocarnos en el entorno
correcto. Tiene que ser hecho de forma estrictamente científica; debemos
ver todo a nuestro alrededor sólo a través de las leyes de la
naturaleza que pueden ser reducidas a dos partes, las cuales llamamos
“el camino de la Torá” y el “camino del sufrimiento”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.