Pregunta: ¿Pero en qué lugar del mundo vemos una inclinación hacia la conexión?
Dr: Laitman No hay ninguna
inclinación hacia la conexión; en vez de ellos sólo hay un
descubrimiento de la imagen de cuánto dependemos de todos. Por otro
lado, de acuerdo a nuestra sensación interna, queremos desconectarnos. Por ejemplo, Escocia quiere
independizarse de Inglaterra a pesar de que es claro que ambos estarían
peor, porque hay una multitud de empresas conjuntas. Una tiene minas de
carbón y la otra, centrales eléctricas impulsadas por carbón; una nación
tiene pescado y la otra restaurantes que sirven pescado, esta
dependencia es reconocido por todos. ¿Por qué deberían separarse?. Si esto les asegurara alguna ganancia
monetaria, entonces sería comprensible, pero no es así. Ellas ganarían
sólo una cosa: saciar su odio. Es decir, en aras del deseo natural que
no tiene justificación material, están dispuestas incluso a perder
económicamente, con tal que el odio gane. Esta inclinación existe en todo el
mundo, pronto regresaremos a la fragmentación feudal. Por ejemplo, en
Alemania hace 200 años, había docenas de pequeños principados.
Volveremos nuevamente a esos tiempos, porque no podemos corregir el odio
mutuo. Pero no retornaremos exactamente a la
condición anterior, debido a la dependencia mutua. Uno tiene agua, un
segundo tiene pan, un tercero tiene carne, el cuarto tiene pescado, el
quinto tiene coches, el sexto tiene equipo médico y así sucesivamente. A
pesar de todo, yo dependo de todos, entonces ¿por qué existen todas
estas fronteras? El odio me obliga a establecer fronteras
y a cerrarlas. La vida nos muestra que estamos dentro de un sistema
integral que hemos alcanzado como resultado del desarrollo de nuestro
deseo. Entonces, ¿qué puedo hacer si me obligan a conectarme con todos?
En este caso, sólo la guerra puede resolver el problema; ésta destruirá
las fronteras y al mundo entero. Así que todo será sólo como yo quiero:
fronteras rígidas, separación y mi odio derramado en su totalidad.
Cuando no tengamos otra opción, empezaremos a luchar. Este es el
resultado, si dejamos que el ego siga su curso de manera salvaje. En nuestro nivel no hay otra solución.
La solución se encuentra más arriba, por encima de los dos opuestos. El
odio y la convergencia son incompatibles entre sí; hay un corto circuito
entre ellos. Es imposible conectarlos directamente; nosotros tenemos
que poner algún tipo de adaptador entre ellos y transformar el odio en
amor. Entonces será posible conectarlos. Pero, ¿cómo podemos transformar el odio
en amor? En nuestro mundo no existe un poder que pueda transformar
nuestro deseo egoísta en un deseo de otorgar. Por lo tanto necesitamos
la ciencia de la conexión, la sabiduría de la Cabalá. Esta nos enseña
cómo organizar nuestro entorno con el fin de atraer el poder interno de
la unidad a través de sus ejercicios. Esta fuerza nos corregirá
gradualmente. Luego, a partir de la fuerza corregida
de la conexión, comenzaremos a sentir nuevas relaciones, una nueva
percepción del mundo, porque hemos sido cambiados. Dentro de esta nueva
comprensión, dentro de la relación de amor en vez de la relación de
odio, veremos una nueva realidad. En la realidad anterior, yo lo jalaba
todo hacia mí, mi objetivo era obtener un beneficio personal de todo. Pero a través de un cambio de
orientación hacia el cuidado del bien de la sociedad, descubro
propiedades y poderes completamente diferentes que actúan en la realidad
llamada el mundo superior. Todo esto lo descubriré dentro de mi nueva
relación con los demás. Del mismo modo que ahora descubro este
mundo a través de mi relación egoísta con los demás, yo descubriré el
mundo superior dentro de la relación altruista con los demás hasta que
todos los mundos, todos los niveles, alcancen un estado de Infinito.
Todo depende únicamente de los cambios en la percepción de la realidad. Está escrito (Shabbat 151b): “No
hay diferencia entre este mundo y el siguiente mundo, excepto en el
funcionamiento de los gobiernos”, es decir que todo depende de la
orientación del deseo de recibir: la preocupación por uno mismo o por
los demás. Las naciones ya han descubierto cuánto dependen unas de otras
y entienden que es imposible luchar contra una nación que le suministra
o produce petróleo. Si yo la elimino, ¿qué me pasará a mí? Esto es como
quemar una tienda de comestibles en el barrio donde ustedes compran las
provisiones para todas sus necesidades. ¿Dónde conseguiré todo lo que
necesito para existir?. Pero el odio es tan grande que no nos
permite pensar de manera lógica, “¡No importa si yo muero, con tal que
le suceda primero a mi vecino!” Así es como funciona la ley del odio y
el intelecto queda impotente. La emoción tiene prioridad por sobre la
inteligencia. En suma, el intelecto es un esclavo del deseo. En primer
lugar se despierta el deseo y entonces la mente ayuda a realizar este
deseo. ¡El intelecto me ayuda a conseguir lo
que quiero, no lo que yo había planeado y decidido! Este es todo el
problema. Toda la creación es el deseo de placer y todos nuestros
pensamientos están dirigidos sólo hacia esto. Por lo tanto, yo no veo un
milímetro más allá de los límites de mi ego, sin importar cuán sabio
sea. Sólo la ciencia de la conexión puede ayudar, es decir, la sabiduría
de la Cabalá.
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