Aquellos que preservan el alma unificada de Israel,
es decir, los que pesan a los demás en la balanza del mérito, conservan
sus almas, dado que “los malvados, en sus vidas, son llamados “muertos”. Sin una inclinación hacia la
justificación de los demás, uno se vuelve “mitad y mitad”, similar a
estar entre la vida y la muerte. Si uno está predispuesto para el bien,
quiere decir que uno pertenece a la categoría de la vida. Por lo tanto,
las Luces que uno atrae llenan a toda la sociedad. Nosotros estamos en el punto crucial, ya
que poseemos una libertad de elección que nos permite escoger entre la
vida y la muerte, es decir, aspirar al bien o al mal. Si nos unimos,
entonces, de acuerdo a la naturaleza de la propiedad que alcanzamos, nos
volvemos similares a la Luz y la Luz comienza a fluir a través de
nosotros. La Luz nos llena y a través de nosotros llega de las naciones
del mundo e influye en ellas. Esta es la forma en que está construida nuestra sociedad. Ella consta de dos partes: la Luz atraviesa la parte superior, Galgalta ve Eynaim, Israel y desciende a la parte inferior, AHP, las naciones del mundo. Esto sucede cuando Israel se pesa a sí misma en la balanza del mérito. Si Israel no se une, sino que se separa,
rechazándose mutuamente, o rechaza la condición de ser “como un hombre
con un corazón”, la Luz no será capaz de pasar a través de ella. Cuando
el cuello de botella está bloqueado, la Luz no puede descender desde el
mundo del Infinito hacia todos los seres creados. Esto significa que
Israel pesa al mundo entero en la balanza de la culpa. Ya sea que lo queramos o no, por el
hecho de ser el pueblo de Israel, estamos en una posición dentro de una
tubería que canaliza la Luz del Infinito hacia el mundo, llevando así al
mundo entero, ya sea a la bondad o al sufrimiento.
Pregunta: ¿Qué se supone que tenemos que hacer para pasar del estado de muerte al de vida?
Dr: Laitman
Todo depende de nuestra conexión o desconexión. Debemos volvernos
similares a la Luz, o de lo contrario somos exactamente opuestos a ella.
En la espiritualidad, sólo hay una ley, la ley de la similitud de forma
entre el ser creado y el Creador.
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