Este deseo es la única creación hecha. Más tarde, el deseo se expandió bajo la
influencia de la Luz y en algún momento comenzó a actuar por su cuenta.
Aspiraba a ser similar a la Luz y consideraba que la Luz era un remedio
para el logro de esta meta a través del acto de aceptación de la Luz en
aras de otorgar lo mejor de la capacidad del deseo. El deseo es llamado el alma (Neshamá). La máxima cantidad de Luz que el deseo puede recibir en aras de otorgar es llamada Nefesh, Rúaj, Neshamá.
El deseo no puede recibir otras Luces, por ahora. Sólo más tarde, al
final de la corrección, entrarán en el deseo las Luces de Jaya y Yejidá. Ahora, el deseo es llamado Neshamá, puesto que lleva el nombre de la Luz máxima que puede acomodar. Esto significa que todos nosotros
representamos un alma, un deseo. A fin de hacer que este único deseo
actúe con independencia y adquiera similitud con el Creador, fue roto en
muchos pedazos. En esencia sigue siendo el mismo deseo común, pero
ahora se percibe a sí mismo como dividido en 600.000 astillas. Nosotros
mismos nos consideramos como uno de los fragmentos del deseo común. Los pedazos del deseo continuaron
dividiéndose en la medida en que cada creación en este mundo porta una
pequeña partícula que una vez constituyó una gran vasija. Nuestra meta
es conseguir que las personas reconecten voluntariamente todos los
elementos. Una vez conectados, cada uno de los
fragmentos, cada persona, se siente como un alma común. Cada uno se
fusiona con el resto de las 599.999 partículas, de este modo se obtiene
toda la estructura de 600.000. A través de nuestras relaciones con el
resto de las partículas, cada uno de nosotros construye su alma general
de 600 mil piezas.
Esto se aplica a todo aquel que se una
con otras piezas o astillas, seguido por uno fragmento más y luego otro.
Así, cuando todos nos conectemos, recreamos nuestra alma y juntos
constituimos un solo deseo común. Por volver a agregarnos, alcanzamos un
estado en el que nos constituimos en una vasija. Cada uno de nosotros
tenemos que corregirnos a nosotros mismos por completo, es decir,
combinarnos con el resto de las piezas. Hasta el momento, estamos
tratando de conectarnos en decenas, pero de hecho, el mismo criterio se
aplica a toda la vasija, a todas las almas, a toda la creación, a cada
persona en este mundo, a los que vivieron antes que nosotros y a
aquellos que aún no han nacido y que aparecerán más adelante, después de
nosotros. No importa cuándo. Todos ellos son partes de un alma porque
nosotros nos conectamos con ellos de acuerdo a nuestras cualidades
personales. Si cada uno de nosotros se conecta con el resto de las
600000 partes, recrearemos el alma original única. Cada uno de nosotros
se conecta con los demás de una manera que nadie más puede y cada
persona se fusiona con otros de una manera que ninguna otra partícula
puede hacer de la misma forma. ¡Es por esto que cada uno de nosotros es
tan importante! Durante el proceso de unión con los
demás, siempre tenemos que tener en cuenta que a pesar de que en este
momento nos fusionamos con una pequeña decena, aun así estamos
preparándonos para unirnos con el resto de la creación a través de
nuestras decenas. A esto le llamamos una sola alma. Si actuamos con esta intención dentro de
nuestra decena, esto será suficiente para alcanzar la revelación del
alma común dentro de este grupo.
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