Desde el mundo del infinito, “1°” estado, desarrollamos (descendemos) hacia abajo a este mundo, el cual es llamado el “2°” estado. Desde este estado tenemos que elevarnos de vuelta, al “3º” estado el cual es idéntico al “1°” estado. Solo hay una diferencia entre ellos: Existimos en el “3º” estado, siendo conscientes de este acto. Por lo tanto, se considera “613” veces más grande que el “1°” estado. Nosotros desarrollamos el “2°” estado durante el curso de billones de años en las formas inanimada, vegetativa y animada. Mientras descendimos a los mundos de Atzilút, Beriá, Ietzirá y Asiá, el tiempo no existió. El tiempo aparece cuando alcanzamos este mundo y entonces nos desarrollamos en un transcurso aproximado de 15 billones de años, llegando finalmente así al grado del “humano”.
La diferencia entre los estados “humano” el inanimado, vegetativo y animado es que ¡el hombre no existe en la naturaleza! Desde el comienzo, un ser humano es esencialmente una bestia, si bien es una más compleja. El se vuelve un hombre solo al grado en el cual se siente global, un ser social. Esto es, el no vive más en forma individual y egoísta como lo hizo antes, hasta que nosotros alcanzamos nuestro grado actual. En lugar de esto, el tiene que encontrar el desarrollo espiritual y subir los escalones por los que alguna vez bajo. Del desarrollo general y social tenemos que trascender al desarrollo espiritual con gran seriedad y responsabilidad. Esto es la esencia de nuestro trabajo. Mientras estábamos desarrollándonos de manera egoísta, no encontramos ningún problema porque evolucionamos inconscientemente, de forma natural. Pero desde que llegamos a “la línea roja”, es decir al estado a través del cual todo regresa a ser global e integralmente interconectado, es una señal de que debemos asumir otra forma de existencia, en armonía con la naturaleza.
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