Nos guste o no, en cada estado siempre debemos llegar a sentir la carencia, es decir, imaginar el estado futuro desde nuestro estado presente. Si lo construyo correctamente, entonces a pesar de todos mis esfuerzos para hacerlo, sentiré cuán lejos estoy realmente de él. En otras palabras, realmente lo quiero, y sin embargo soy incapaz de alcanzarlo. A esto se le llama una “carencia”, preparación para el futuro estado, la cual siempre es revelada antes de pasar a un nuevo estado. Este sentimiento de carencia es multidimensional y muy desagradable. El próximo estado brilla sobre mí, y por esta luminiscencia empiezo a valorarlo más, mientras que percibo mi estado actual como defectuoso e insuficiente. Siento en qué medida me falta la fuerza para ascender y la medida en la que yo lo deseo. Como resultado de ello, llego a una convergencia de mi ardiente deseo de ascender y me doy cuenta que no tengo oportunidad de hacer que esto suceda, y allí es cuando irrumpo en una oración, un grito, y la Luz superior viene en mi ayuda. Después de todo, este grito (oración) muestra mi gran deseo, que atrae el tipo correcto de Luz que me ayuda a ascender al siguiente grado. Tengo que llegar a un grito que comprenda dos componentes:1) mi gran deseo de adquirir el otorgamiento
2) la constatación de que no puedo adquirirlo. Es sólo cuando estoy a punto de explotar por esta presión, causada por mi deseo y mi impotencia para realizarlo, que la Luz reacciona al dolor y me influye.
Esperar que la Luz venga por sí misma no tiene sentido. Esta viene en respuesta a mi deseo de otorgar y me atrae con la fuerza suficiente para elevarme en un grado más alto.
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