
En nuestro estado, todos estos procedimientos se manifiestan en el trabajo del individuo en el grupo. No tenemos que buscar otros “Egiptos” y tampoco buscar espiritualidad en otro lugar o en algún Creador. Todo se revela en mi conexión con los amigos. Todo, desde el principio hasta el final, todos los escalones y los grados, están únicamente entre nosotros. No tienes otro lugar, otro deseo sino el lugar que está en ti mismo, el lugar egoísta o en la Shejiná (Divinidad), el alma general, que es el contacto entre nosotros. Y cuanto más descubro que puedo influir sobre ese lugar, se dice que realmente entrego sin recibir para mí mismo. Si todos presionáramos lo suficiente por una unión mutua, en la que cada uno realmente penetrara dentro, constantemente, sin tregua entre esfuerzo y esfuerzo, descubriríamos juntos que ninguno de nosotros y todos juntos, no podemos llegar a la unión. Sólo así descubriríamos que allí se encuentra Faraón y no nos deja hacerlo y no nos dejará jamás. El Creador hace esto para que lo necesitemos, lo queramos, porque antes de esto, el hombre no siente necesidad de Él. En la unión con el grupo, yo realizo mi acto puro de otorgamiento. Al grupo se conecta mi yo, que está dispuesto a participar sin ningún beneficio propio. Es decir, que en esta unión con el grupo tengo una nueva cabeza y un nuevo cuerpo.

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