En la psicología de las relaciones familiares el período en el que las personas demuestran sus mejores cualidades personales entre ellos, finaliza con relativa rapidez porque nosotros en realidad no tenemos muchas. Con el tiempo empezamos a descubrir y a aceptar los puntos débiles entre nosotros.
Rav: Cuando revelamos la esencia del hombre, nosotros somos incapaces de encontrar una sola cualidad positiva, decente. Demos una mirada a la fuente de tales movimientos aparentemente positivos como el amor y la compasión. Una persona ayuda a los demás, siente amor y compasión, hace sacrificios personales pero todos estos provienen de sus cualidades egoístas. No podemos atribuir estas cualidades a su virtud personal porque ella las recibe por naturaleza. Si yo fui creado con todas estas lindas cualidades, la gente dice de mí: “¡Qué persona especial!” Pero si la naturaleza le concedió a alguien un conjunto de cualidades diferentes, nosotros decimos: “¡Qué persona fea, horrible!”. Sin embargo, ni yo, ni ella tenemos nada que ver con esto. Esto es así por qué se señala a la persona por todo lo que es inherente a ella, nosotros debemos simplemente distinguir entre un perfil vacío y atribuir todo esto no a ella sino a sus cualidades inherentes. En un principio, la persona no tiene cualidades positivas ni negativas. Nosotros tenemos que aceptar a la persona por su buena disposición para ser corregida y no prestar atención a sus características. No importa quién eres, cuando esto concierne a relaciones interpersonales, un ascenso por encima de uno mismo tiene el valor esencial. De repente tú revelas que todas tus cualidades positivas son en realidad peores que las negativas, porque ellas aparentan ser buenas en lo externo pero en realidad provienen de un egoísmo más profundo.
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