Baal HaSulam,
“La Sabiduría de la Cabalá y la filosofía”: para que nosotros no
definamos por medio de algún nombre o palabra aquello que no alcanzamos.
Esto se debe a que una palabra designa un cierto grado de alcance. La raíz de todo es la esencia inalcanzable e imperceptible del Creador (Atzmutó). Nosotros nunca hablamos de ello porque algo puede describirse sólo sobre la base del alcance de esto por medio de nuestros sentidos corporales, cuando analizamos nuestras sensaciones con nuestro cerebro. La persona
consta de dos partes: la mente y las emociones. La parte emocional es
un deseo. La parte que mide y explora es la mente, la cual se desarrolla
junto con el deseo. Si no experimentamos ninguna “retroalimentación” de
alguna de estas dos partes, esto significa que no tenemos la capacidad
de percibir. La “percepción” ocurre en el deseo que yace bajo un seco
análisis mental. Como se nos dice en la “Introducción al Libro del Zóhar“, además de Atzmutó,
también existe una forma abstracta que somos incapaces de alcanzar. En
oposición a la forma abstracta, tanto la forma que se materializa como
la materia son alcanzables. Así, en la Cabalá, el alcance ocurre de
abajo hacia arriba según la medida en que sea realmente posible. Por otro
lado, los filósofos no contemplan las etapas de ascenso; ellos hablan de
alguna “fuerza” que está por fuera de nosotros y que delibera
académicamente sobre esto como si este tipo de “investigación” fuera
legítima. Este tipo de enfoque en realidad ha arruinado la filosofía.
Hoy nadie la toma seriamente. Cuando se trata de conversaciones
abstractas, todos presentan hipótesis tanto como quieren. Además, este
principio yace en la base misma de la filosofía; la persona puede
construir su propia imagen del mundo basada en la especulación; es
“legal”. Este “pluralismo” ha dado como resultado una fuente de
fantasías y no queda nada del fundamento real serio. La
sabiduría de la Cabalá, por otra parte, declara una cosa muy simple: La
realidad puede ser explorada sólo por el observador, es decir, puede ser
investigada sólo en combinación con el explorador. Todo se evalúa a
través del observador y de la imagen que se crea en los sensores
corporales del observador, de acuerdo con la ley de la similitud de
propiedades. La persona que está compuesta tanto de materia como de
forma. La materia es el deseo de recibir. La forma es la intención ya sea en aras de la recepción o del otorgamiento. Nosotros
percibimos la realidad a través de nosotros mismos, de acuerdo con el
nivel de la capacidad de cambio nuestra. Qué hay por fuera de nosotros,
simplemente no lo sabemos. Los descubrimientos de los cabalistas no
pueden aplicarse a nuestra investigación personal hasta que alcancemos
el mismo nivel de ellos. Por lo tanto, nosotros utilizamos la sabiduría de la Cabalá para
atraer los poderes desde estos escalones, tratando de alcanzarlos, como
niños que se esfuerzan por crecer. En otras palabras, usamos la
sabiduría de la Cabalá como un “recurso extraordinario” que aún no está
claro para nosotros, pero que funciona. Entonces, cuando alcancemos la
revelación, investigaremos y percibiremos los mismos fenómenos dentro de
nuestras propias vasijas. En ese momento, los libros de Cabalá nos
ayudarán a examinarnos a nosotros mismos y dirigirán nuestro avance. Pero aun
así, nunca sabemos qué hay realmente por fuera de nosotros. Los
cabalistas que avanzaron más, debido a sus cambios internos, nos hablan
de unos 125 peldaños de alcance y describen lo que ellos han percibido
en cada uno de estos pasos. Ellos esbozan los remedios específicos que
nos permitirán expandir nuestros límites de percepción. Sus deseos son
vasijas del alma; ellos perciben algo llamado “Divinidad”, el poder del
otorgamiento que surgió en ellos según el grado de similitud de ellos
con las propiedades de la Divinidad. Al recibir ellos mismos la forma de deseos de otorgantes,
sienten que “algo” los está llenando. Este “algo” se llama la “fuerza
superior” o la “Luz”. Pero de nuevo, eso también lo percibe la persona. Así, la
“Luz” es una reacción que ocurre en nuestras sensaciones, en nuestros
deseos que reciben, puesto que están siendo llenados. En otras palabras,
la “Luz” es un fenómeno en la vasija. Incluso la Luz que en la Cabalá
es llamada “externa”, de hecho, se encuentra en el interior de las
vasijas, sólo que más lejos de la percepción clara. De un modo u otro,
siempre se trata de lo que está sucediendo dentro de nuestras
sensaciones y deseos. De ésta forma avanzamos. En cuanto a Atzmutó:
de acuerdo con nuestra lógica, decimos que hay una raíz superior.
Nosotros nunca la sentimos, ni la alcanzaremos; sin embargo, por
supuesto, debe haber una fuente para nuestra existencia, para nuestras
sensaciones y para todos los cambios en nosotros. No obstante, sin
importar lo que sintamos, lo sentimos solamente de acuerdo con nuestras
propias propiedades. Es por eso que el “Creador” (Boré) significa “Ven y Ve” (Bo-Reh). Este fenómeno yo también lo percibo internamente y Atzmutó está por fuera de nosotros.
La realidad entera se divide en tres partes:
El hombre
El hecho de que él se siente
La fuente de sus sensaciones, la cual es imperceptible
El enfoque
de la ciencia de la Cabalá llama a que todos estudien la realidad.
Después de todo, existe el mandamiento: “Conoce a tu Creador y sírvele”.
¿Cómo? De acuerdo al principio “por Tus acciones Te conoceremos”. El
hombre se cambia a sí mismo y trata constantemente de llegar a un
acuerdo con la Fuerza superior y de asemejarse a ella. Entonces siente
los cambios realizados en él, y de acuerdo con estos cambios, él
comienza a sentir nuevos fenómenos. Ésta es la fuerza superior a la que
él aspiraba. Así que el
“Creador” es una nueva forma modificada, investida en los cambios que
nos suceden, el atributo de otorgamiento que está revelándose en
nosotros. Consecuentemente, la sabiduría de la Cabalá es muy estricta en
su regla principal: Nunca debe separarse la realidad, de la persona que
la comprende. De lo contrario, terminaremos siendo filósofos.
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