Las
estadísticas muestran que las buenas relaciones en el trabajo
incrementan la lealtad de los empleados hacia su compañía e incluso
evitan el riesgo de una muerte prematura. Sin embargo, los colegas
continúan peleando, enojándose entre sí, defendiendo su territorio, y
peleando por sus intereses ¿Por qué es imposible neutralizar esos
conflictos?
Dr: Laitman
Todo lo que el mundo moderno ha intentado en los pasados 20 a 30 años
son de alguna manera intentos de conectar todo en un todo único, de
darles a las personas una sensación de suavidad, armonía, cooperación,
de llevar a un equipo a cierta base común, planes y soluciones comunes,
de encender una chispa en su trabajo. Pero todo ha sido en vano. Antes, cuando un gestor “arrojaba” una
idea, las personas se emocionaban y lo seguían, pero hoy nadie quiere
nada, ni siquiera por dinero. Las personas van al trabajo como
“zombis” sólo porque tienen que ganarse la vida para no ser indigentes
mañana. No son capaces de comunicarse entre sí. Medio dormidos, pasan su
tiempo en el trabajo y se van al final del día. Las personas han perdido el gusto por el
trabajo; no tienen ningún propósito. No hay a nadie ni nada qué
encender; ya no hay grupos sociales que produzcan nuevas ideas grandes
como antes cuando el egoísmo estaba aún en proceso de desarrollo. Pero ahora es momento de un estado
avanzado de egoísmo, el cual está volviéndose integral. Y es por esto
que estamos perdiendo nuestras metas, nuestro llenado, e intereses que
alguna vez tuvimos. No hay nada de eso hoy. Debido a esto, es muy difícil que los
jefes y los directivos mantengan interesados a sus empleados. No son
capaces de hacerlo porque ellos mismos tienen que forzarse a trabajar. Esto continúa goteando y degenerándose día a día, un año tras otro. La persona no tiene motivación para
hacer nada: ¿Para qué? Yo mismo me fuerzo a trabajar. Por supuesto
estaría contento de recibir mis patéticos “centavos” y nada más me
importa. No me importa la producción, el equipo, el trabajo mismo, el
rango, o el llamado interno. Las personas han perdido toda motivación
para trabajar; ni siquiera les preocupa la recompensa monetaria. Es sólo que nuestros deseos, que son
precisamente nuestro material interno, están pasando por un muy serio
“reinicio”. Están cambiando de lo personal a lo colectivo. Pero nosotros
no sabemos cómo llenar sus deseos colectivos. Más aún, no percibimos que esos deseos
son colectivos, pero continuamos sintiendo una dependencia cada vez más
crecientes uno de otro y tratamos de escapar de ello, cada uno a su
propio nicho. La persona se acerca a mí y yo ya estoy listo para
incinerarlo con mi mirada. De antemano, yo estoy preparado para alejar a
esa persona. Este es un problema universal, pero no
es nuestra culpa. Los directivos necesitan entender esto y al mismo
tiempo pelear con esos problemas dentro de ellos mismos. La única solución es explicarles a los
empleados de la compañía este estado, mostrarles las estadísticas y de
alguna manera explicarles el método de desarrollo integral. Cuando
involucramos a las personas en los talleres,
ellas desarrollan deseos completamente nuevos: colectivos y redondos,
no individuales o lineales, integrales en vez de discretos. Y obtenemos
una persona completamente diferente. Esta persona se percibe a sí misma y al
equipo como un todo único. Comienza a ver que cuando se involucra en
este equipo, comienza a respirar, abre sus ojos, ella puede pensar más
claro, comienza a escuchar, todo se vuelve más preciso, despierta. Ella
comienza a sentir que la vida tiene una chispa; hay entusiasmo. Una vez que explicamos que unirse con
otros es necesario para revelar un nuevo deseo común, colectivo donde
uno experimentará entusiasmo, una vida común, un llenado común, entonces
a pesar de la dependencia de un equipo, la persona lo disfrutará porque
esta dependencia es redonda y exhaustiva. Todos la necesitamos porque
nos sentiremos ligeros, libres, la vida será un placer y nos
elevaremos como si tuviéramos alas. Hoy, las personas están dispuestas a
cualquier cosa porque este es el problema más grande en el mundo. El
suicidio, las drogas, la depresión, el divorcio, el crimen y todo lo
demás sucede por el vacío; no tenemos donde escondernos de nosotros
mismos. Démosles a las personas un llenado y todo esto se irá.
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