Para entender mejor qué es el trabajo espiritual tenemos que comenzar
justo al final, en el último punto, en la meta: “fusionarse”. Esto puede
alcanzarse sólo con la influencia de la Luz Superior. A través de todo el camino de mi ascenso espiritual, de la corrección
de mi egoísmo desde su punto inicial hasta llegar a la etapa de la
corrección, al principio mismo de este camino, en el punto original de
corrección del egoísmo, la persona tiene que darse cuenta que sólo la
Luz Superior tiene el poder de corregirla. En otras palabras, el reconocimiento del
mal tiene que transpirar dentro de la persona, como está dicho: “Yo
creé el egoísmo y la Torá para corregirlo”; este es el punto de partida. Esto es lo más importante, dado que eso es lo que distingue a los religiosos de los cabalistas. Las personas religiosas no observan el
mal dentro de sí mismas y por lo tanto no lo corrigen, en su lugar hacen
acciones que las llevan a un cielo tras la muerte. Mientras que un cabalista sabe que la
posibilidad de revelar la realidad superior se le entrega sólo en esta
vida; la muerte del cuerpo no le añade nada a él porque no existe ni el
paraíso ni el infierno tras la muerte.
Cuando la persona se niega a cualquier
oportunidad de alcanzar la meta por todos los medios que están a su
disposición, pero en su lugar se entrega a la Luz Superior y comienza a
basarse sólo en Él, significa que está acercándose al punto de partida
de la escalera que nos lleva al Creador. Más adelante, él tiene que aplicar mucho
esfuerzo para pasar por todas las puertas y darse cuenta que ellas no
llevan al mundo superior; este entendimiento le permite llegar justo a
la última puerta que siempre está abierta, las Puertas de las Lágrimas, y
entrar. Antes de llegar a este estado, hay
muchos trucos egoístas que provienen de la revelación del mal, de
aprender, de alcanzar sabiduría egoísta, de la diseminación, de
cualquier cosa que reemplace el adorar la Luz, un estado al que es
imposible llegar por nuestra cuenta, sólo puede alcanzarse con la
ayuda de la Luz Superior que corrige y nos eleva al nivel de la
propiedad de otorgamiento. La toma de consciencia del mal puede ser acelerada con la ayuda del grupo. El reconocimiento del mal asociado con nuestro egoísmo
no debe sentirse como un deseo común “por mi propio bien”, sino más
bien como una comprensión de nuestra oposición al Creador, un estado que
evita que alcancemos la meta. El grupo, estudios y diseminación
tienen que unirse con el fin de iniciar rápidamente nuestro
entendimiento de que sólo el impacto de la Luz Superior nos salvará.
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