Hoy por hoy tenemos la oportunidad de apurar el grado de nuestro avance al elegir egoístamente el menor de los males. Obviamente, todavía no se trata del libre albedrío porque el libre albedrío me permite elegir lo que quiero, mientras que aquí se me ofrece sólo el dolor o el placer y me dice, “Elige”. Baal HaSulam describe dos escalas de medida: “amargo contra dulce” y “verdad contra mentira”. Debemos ascender al grado de la verdad en lugar de la falsedad, o en otras palabras, dulce y amargo. Todos ven que allí no hay libre elección, sino sólo el análisis: ¿hasta qué punto me controla mi mente y hasta qué punto mi corazón? Todo queda determinado por lo que se me revela y lo que no se me revela, ¿y qué es más importante, la verdad o la amargura? Obviamente, voy a elegir según mi percepción. Pero, el libre albedrío verdadero surge únicamente en el grupo. El grupo sirve como el factor externo mediante el cual discierno el significado de la verdad externa. Por consiguiente, la “verdad” significa que tengo que ser parte del grupo. Sin embargo, existe una resistencia entre la verdad y el grupo, que es mi egoísmo, el deseo de recibir placer. Es un sistema completo y no depende de mi capacidad de discernir lo “verdadero”, lo “falso”, lo “amargo” y lo “dulce”. No necesito ser inteligente o sensible. No importa quién sea el más inteligente, el más simpático, o previsor. A final de cuentas, lo vemos todo en relación al grupo, nuestra unidad y el Creador.
Este es nuestro libre albedrío, que se encuentra en el tercio medio de Tifferet. En un lado se encuentra el ego, en el otro el grupo; y yo realizo un análisis de las escalas de “verdadero y falso”, sobre “amargo y dulce” en relación conmigo mismo y el grupo.
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