El Creador creó algo totalmente nuevo “de la ausencia” (Yesh Mi Ain), es considerado como “deseo”. No sabemos lo que es, simplemente es una sensación de algún tipo de carencia, necesidad, ¿pero de qué? Dado que el Creador creó este deseo, es la necesidad de sentirlo a Él. Experimentarlo a Él nos hace sentir un placer que permanece como un recuerdo en ese deseo creado inicialmente y el deseo comienza a anhelar por sí mismo. De esta manera, comienza a comprenderse a sí mismo y a darse cuenta de lo que es el anhelo y lo que vale la pena desear. Esto desencadena el desarrollo del deseo de esta primera necesidad inicial creada por el Creador. La creación es un acto totalmente único que puede ser logrado solamente por el Creador, por la fuerza de la Luz Superior. Todo el proceso que sigue se convierte en la evolución del ser creado dirigida por la interacción de sus dos participantes: el deseo y la Luz. Nada nuevo ocurre en este proceso. Algo nuevo apareció sólo en el punto de “existencia de la ausencia” (Yesh Mi Ain), que es considerado como la criatura (Nivra), de la palabra hebrea “Bar” (fuera del Creador). Todo lo que vemos aquí, en este mundo y en los mundos espirituales superiores, es el trabajo de ese mismo deseo de disfrutar. Por un lado, sabemos que todo el trabajo es hecho por la Luz. Por otro lado, está escrito que ningún cambio ocurre en la Luz, lo que cambia es sólo el deseo de disfrutar. En ese caso, ¿quién está trabajando? En este punto, tenemos que trazar una línea clara entre el texto siguiente:
1. Los cambios pueden ocurrir solamente en la voluntad de disfrutar (deseo);
2. Pero sólo la Luz puede realizar un acto.
Por lo tanto, este trabajo es mutuo: el deseo siempre está en contra de la Luz y debe exigir de Él ciertas acciones. Hasta que la Luz no lo afecte, el deseo no cambiará. Sin embargo, hasta que el deseo no quiera cambiar, la Luz no lo afectará. Por lo tanto, trabajan juntos, a la par.
Este vínculo entre el deseo y la Luz define todos los cambios y relaciones que puedan existir entre los seres creados, entre éstos, el Creador en los mundos superiores y en este mundo.
1. Los cambios pueden ocurrir solamente en la voluntad de disfrutar (deseo);
2. Pero sólo la Luz puede realizar un acto.
Por lo tanto, este trabajo es mutuo: el deseo siempre está en contra de la Luz y debe exigir de Él ciertas acciones. Hasta que la Luz no lo afecte, el deseo no cambiará. Sin embargo, hasta que el deseo no quiera cambiar, la Luz no lo afectará. Por lo tanto, trabajan juntos, a la par.
Este vínculo entre el deseo y la Luz define todos los cambios y relaciones que puedan existir entre los seres creados, entre éstos, el Creador en los mundos superiores y en este mundo.
Pensamos que estamos direccionándonos uno al otro, mientras que cada uno de nosotros es solo un deseo de sentir placer, apelando al Creador. Solamente Él se esconde de nosotros, haciéndonos experimentar seres diferentes, atributos, fuentes de dolor y de placer. Pero, en esencia, al lado del hombre está únicamente el Creador.
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