Analizando el comienzo antes de llegar a la línea final
Cada hora del día debo sentirme como si fuera gobernado por la dirección eterna, perfecta como si esta ya se me hubiera revelado. Si lo hago, los cabalistas dictan que pase media hora al día analizándome y examinándome así como al principio de cada nueva semana. Idealmente, si me las arreglo constantemente para mantenerme “por encima de la razón”, entonces tengo que examinar mi punto de partida “dentro de la razón”. Mediante esto, renuevo mi trabajo y lo hago cada vez más relevante. Por ejemplo, he tenido éxito en trabajar con una cierta Reshimó (gen de información). Ahora, tengo una oportunidad de descender y examinar qué Reshimó era y reanudar mi trabajo más adelante. Lo hago una y otra vez, hasta que desde Jésed, finalmente llego a Máljut, el Sábado. Al trabajar en JGT (Jésed, Gevurá, Tiféret), yo creo las tres líneas. En NHY (Nétzaj, Jod, Iesód), las construyo dentro del deseo de recibir donde Iesód se vuelve la suma (Σ) de todos los días. Mido cada uno de esos días por medio de un deseo más exaltado con una Aviút (aspereza) de mejor cualidad, pero, en total, constituyen los diez Sefirót. Su “cabeza,” JBD (Jojmá, Bína, Daát), la alcanzamos más adelante.
En la escala de la creación, estamos hablando de seis “milenios” de correcciones seguidos por siete milenios de reposo. Este proceso está dividido en sus partes correspondientes, cada una de las cuales es similar al todo.
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