
Todo se gana a través del poder de la plegaria. Si yo soy el deseo de recibir, no puedo hacer nada conmigo mismo porque carezco de la segunda fuerza: el deseo de otorgar. La presencia de esas dos fuerzas que existen en la creación es necesaria para que luche, tome decisiones y una haga algo hacía con respecto a la otra. La primera fuerza es egoísta. Nos es entregada al nacer ¿Pero cómo obtengo la fuerza de otorgamiento que viene del Creador? Ese es el problema y nuestra plegaria es acerca de eso. ¿Por qué necesito la segunda fuerza? Si siento una carencia con respecto a la primera fuerza, a la egoísta, comienzo a buscar cómo llenarla. Y esto es también llamado una plegaria. Incluso un ladrón, que planea robar pero se siente ansioso acerca de su éxito, crea una plegaria por un robo exitoso a través de su deseo. Y también recibe una respuesta como con cualquier otra carencia. Entonces el problema no está en el deseo, sino hacia qué está dirigido. No debe ser un deseo dirigido a satisfacer mi egoísmo que se desarrolla de forma natural, haciéndome actuar por mi propio bien. Los niveles inanimado, vegetativo y animado de la naturaleza se desarrollan de esa manera. Pero el nivel humano no existe en la naturaleza como resultado de su desarrollo natural. “Un humano” no en el sentido de un cuerpo físico de este mundo, que es en esencia el nivel más alto del grado animado, sino un humano espiritual que es similar al Creador puede desarrollarse sólo bajo la condición de adquirir la segunda fuerza, la fuerza de otorgamiento en adición a la primera, la fuerza de recepción. Gracias a esto, el hombre se vuelve similar al Creador. ¿Pero cómo puede pasar esta fuerza a una persona si sólo pertenece al Creador? La transición no puede ser directa. En su lugar, puede suceder a través de alguna influencia o ejemplo del Creador, ya sea en una forma oculta o revelada, cuando el deseo de recibir en la persona cambia su forma y comportamiento. Y en lugar de recibir directamente, como se supone que lo haga por naturaleza, comienza a funcionar de forma diferente. Es el deseo mismo de recibir dentro de la persona el que cambiará. No es como si dos fuerzas opuestas se revelarán dentro de él o ella: el deseo humano de recibir y el deseo de otorgar del Creador. La fuerza de otorgamiento existe sólo en el Creador. Sólo puede ser transmitida a la persona a través de la influencia del Creador. Y entonces el deseo de la persona cambiará su forma y su manifestación externa. Ella comienza a actuar en otorgamiento por el bien del otorgamiento, restringiéndose y sin dañar o usar a otra persona. O, recibe por el bien del otorgamiento al funcionar de la misma manera en que solía hacerlo, pero con la intención de traerle bien al otro.
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