Estamos acercándonos al éxodo del exilio, sólo cuando empezamos a entender que estamos en él. “El exilio” simboliza mi percepción de todo lo que he recibido en mi deseo de recibir, como algo sin valor y sin importancia. Todo lo que está en mi ego pertenece al Faraón y yo estoy autorizado a recibir sólo lo necesario. Esto no significa que yo tenga que limitarme de todas las maneras posibles, como un monje que vive en el desierto. Yo simplemente no veo nada material como algo muy importante y lo acepto como necesario para mi existencia. Toda mi vida está dedicada a adquirir el amor por el Creador, el atributo de otorgamiento en general, a través de la conexión con los demás. Si la persona tiene tal necesidad interna y está incluida en el grupo, ella mismo comienza a dirigirse correctamente, lo cual significa odiar todo lo que recibe en su ego, tratando de estar satisfecha con lo esencial. Al mismo tiempo el Faraón la soborna y se lo da todo.
Esto significa que construye hermosas ciudades para su ego, Pitón y Ramsés. Ella siente que en relación a la intención para otorgar, en la cual quiere estar en sus pensamientos y su corazón, está en el exilio, porque no tiene facultades para otorgar. Entonces siente que tiene quejas hacia el Creador, por no ayudarla a salir del exilio, lo que significa que Él no la deja ser quien otorga. Pero, entre tanto, el deseo de la persona es muy pequeño y tiene que atravesar 400 años en el exilio. Esto significa que ella tiene que aumentar su deseo, hasta que realmente quiera otorgar. Todo nuestro trabajo en el exilio en Egipto se encuentra en el grupo en el que todos nos fortalecemos y recibimos de los demás la grandeza de la meta, el otorgamiento puro, la nimiedad y mezquindad de nuestro estado actual en el que es imposible adquirir el otorgamiento mutuo. Desde el punto de vista espiritual, este es muy malo. Así, la persona comienza a percibir correctamente el término “exilio”: el exilio se refiere al otorgamiento, a la habilidad de otorgar, y de esta manera siente realmente que está en el exilio en Egipto. Hasta que ella alcance un estado en el que no puede soportarlo más. Entonces comienzan las “diez plagas de Egipto”. Una “plaga” o un golpe, simboliza el hecho de que se te ofrecen diferentes cosas corpóreas buenas, pero en la espiritualidad no recibes nada y la persona siente esto como un golpe. Ella siente el endurecimiento del corazón y siente que los deseos corporales siguen creciendo. Ella no tiene otra opción. Entiende que el deseo egoísta continuará creciendo, confundiéndola, distrayéndola y llamando su atención sobre diferentes objetivos corporales, diferentes aclaraciones en el grupo, para que supere el ego corporal por medio del contacto con los amigos. Sólo de ellos puede ella aprender a apreciar más el camino y la meta de la creación, la grandeza del Creador y la mezquindad del llenado egoísta. Uno puede recibir todos estos valores sólo de la sociedad, del entorno. Entonces, a pesar de las dificultades e interrupciones, ella aun se adhiere al grupo por encima de sus sentimientos y su mente, porque sólo en esta encuentra la protección y salvación. La persona entiende que de lo contrario está perdida. Entiende eso sólo cuando mira por encima del deseo egoísta, porque desde el punto de vista del ego, la situación podría ser maravillosa y podría traer conocimiento y otros beneficios. Cuando ella interpreta toda la situación correctamente, descubre que se enfrenta a Faraón. Esto se deriva de diversas razones, atributos, e intentos que acumula durante los 400 años de exilio en Egipto: las cuatro fases que ha atravesado en cada uno de sus deseos de recibir en las que elevó el anhelo del otorgamiento por encima de estos, lo cual es llamado fe encima de la razón. El paso por estas cuatro fases es llamado “el tiempo de preparación”. Y cuando está a punto de terminar, se revela una fuerte resistencia al ego llamada las diez plagas de Egipto, la oscuridad. Estas son aclaraciones y revelaciones finales que realmente ayudan a la persona a salir de la esclavitud a su ego. Gracias a ellas la persona se hace más fuerte y finalmente escapa en la oscuridad, en la noche, sintiéndolas en su deseo de recibir con un punto que lo guía, llamado “Moisés”. Así, ella eleva su ego y logra la redención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.