La fuerza del amor del Creador, que desde el principio no se haya en el ser creado, se transfiere a él de forma inversa. Esto se llama la inclinación al mal. Según la medida de amor con la que el Creador se relacione con nosotros, esta entra en nosotros de forma inversa y se reproduce en nosotros la fuerza de odio, un grado de separación. Si lo pudiéramos invertirla ahora, entonces ésta se transformaría en amor.
El Creador crea el deseo de recibir y le transfiere toda Su fuerza de amor. El deseo en sí es sólo un punto pequeño, pero ahora éste está en un entorno de esta fuerza de amor que siente como un mundo de odio. Debemos transformar este odio en amor. ¡Eso es todo! Esto se llama “la montaña de odio” transformada en la “montaña de santidad”.Nosotros sólo trabajamos en nuestra intención. No consideramos el deseo, ya que este se nos dio por la naturaleza. Todo depende solamente de hacia dónde están dirigidos nuestros pensamientos. Por consiguiente, no importa qué deseos tenga la persona. Estos no dependen de ella. Desde el principio hay TARIAG (613) deseos y todos ellos existen con el fin de recibir. El hombre quiere aprovecharse del Creador y por lo tanto es llamado Faraón. Y todo nuestro trabajo está en transformar este Faraón en el ángel sagrado.
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