Por lo tanto, cada vez que
uno extrae algo que le provoca un descenso, para luego volver a comenzar
y a realizar nuevos escrutinios, es una corrección. Lo que uno tenía
antes, cae dentro de la Sitra Ajra, y esta lo mantiene bajo su dominio
como fianza. Después uno recibe todo aquello de lo que ella se había
apoderado durante todo ese tiempo. Así podemos ver que todo lo que sucede
es en favor nuestro. Gracias a los deseos que el Creador ha roto y
arrojado al mar de las fuerzas impuras (Sitra Ajra), al otro lado, al
deseo egoísta de disfrutar, tenemos la oportunidad de avanzar hacia la
Santidad, hacia los deseos de otorgar. Estos deseos de recibir nos
obligan a atraer cada vez más Luz. En el momento en que nosotros atraemos
un poco de Luz, los deseos de la Sitra Ajra inmediatamente se la tragan.
Esto sucede una y otra vez hasta que se colma la medida, y entonces el
ego “vomita” todo lo que se ha tragado y nos devuelven toda la Luz que
hemos logrado atraer por un tiempo, pero que fuimos incapaces de
mantener. Así, la Sitra Ajra le ayuda a la persona a acumular su esfuerzo, a recoger todas las diminutas Luces y entonces se la devuelve a ella como una medida completa que le permite alcanzar el nivel espiritual. Por esta razón nosotros creamos los
“animales sagrados” a partir de los descensos, de los estados que por lo
general no queremos y no nos gustan. Pero tenemos que entender cuán
agradecidos tenemos que estar por todos los mecanismos del sistema de la
Providencia superior y especialmente por el sistema de las fuerzas de
impureza, que gobiernan sobre nosotros durante todo el período de
preparación, hasta que entremos en la autoridad de la Santidad, del
deseo de otorgar.
Mientras la fuerza de la impureza nos
domine, ella cumple su función con la máxima dedicación, la cual es
incluso mayor que la dedicación del sistema de Santidad. Después de
todo, la Sitra Ajra debe trabajar de manera opuesta a la del Creador, de
forma contraria a Él. Esta es un “ángel” especial, un sistema único,
que sigue la orden del Creador, Su deseo y realiza acciones que son
opuestas a la Santidad de acuerdo con un decreto de Arriba. Una historia similar se nos cuenta en
una de las cartas Baal HaSulam: Un rey designa diferentes villanos para
que gobiernen sobre un sujeto a quien él ha decidido elevar al rango de
primer ministro. Con el fin de hacer esto, el rey envía a sus
sirvientes, los cuales él ha vestido de criminales, asesinos y gracias
a la lucha con ellos, el esclavo fiel crece cada vez más. Todos los “villanos” quienes han tenido
que luchar contra él cumplen su trabajo con toda la maldad y la astucia
creativa, sólo porque es la orden del rey y no porque sea su propia
voluntad. La fuerza de impureza, nuestros sistemas internos que nos
parecen tan horribles, trabajan exactamente de la misma manera. Todos los crímenes que ocurren en el
mundo, los asesinatos y descensos, parecen contradecir el deseo del
Creador y nosotros tenemos que odiarlos. Sin embargo, al menos debemos
entender que no hay mal, que no hay criminales en el palacio del rey y
que todos estos son Sus sistemas que opera desde dos direcciones: desde
el lado bueno y desde el lado malo. Sólo debemos odiar nuestra propia
pereza por cuya causa no podemos cumplir con nuestro libre albedrío en cuanto a la elección de nuestro entorno, del grupo, del único lugar donde somos libres. Nosotros no debemos quejarnos con
respecto a ningún acontecimiento en nuestra vida, a excepción de uno:
nuestra incapacidad para apresurarnos en el momento adecuado, para
utilizar el entorno, con su ayuda avanzar y acelerar (santificar) el
tiempo.
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