Todas las
innovaciones comienzan sólo después que de los méritos persona le dejan
adquisición para sí misma. Antes de eso, ella está absolutamente
inmersa en su deseo de placer y este deseo la domina. Por lo tanto,
ninguna innovación puede ocurrir en ella, todo proviene sólo desde su ego.
Una innovación sólo puede venir a través del poder de otra naturaleza
que la persona aún no tiene. Por esta razón, todas las innovaciones
comienzan sólo después de que la persona sale de su ego, del deseo de
recibir para sí mismo, es decir, cuando ella abandona Egipto. Esta es la idea, que está prohibido enseñarles la Torá a los adoradores de ídolos. Quien les sirve a otros dioses es una
persona que todavía no tiene contacto con el Creador, que no ha salido
de Egipto. Este es el nombre de un nivel espiritual, de tal manera que,
la persona común de este mundo no es llamada así. Adoradores de ídolos
son personas como nosotros que se sienten atraídas por el Creador, pero que aún le atribuyen especial importancia a los valores materiales, a la recepción para uno mismo.
Por esta razón ellas son llamadas AKUMA (un acrónimo de “Siervos de estrellas, constelaciones” y también curvado (Akum), “indirecto”). Ustedes ven que ellas no se dirigen “directamente hacia el Creador” (Yashar-El),
al igual que Israel, sino que adoran las estrellas, el destino, es
decir que ellas están dominadas por las diversas fuerzas y valores
egoístas. Está prohibido enseñarles Torá a los
adoradores de ídolos. “Prohibido” significa que es imposible. Ustedes
ven que la Torá es la Luz, todo el sistema superior, todos los mundos
espirituales, las relaciones entre la persona y el Creador. Es imposible
enseñarle esto a un adorador de ídolos que se encuentra en la
receptividad egoísta y que no tiene ninguna conexión con el sistema de
otorgamiento. Y de hecho, cuando la persona está en Egipto, es decir, en la receptividad egoísta, no puede ser un Yehudí, (de la palabra “Ijud”, unidad, es decir, de unirse con toda la creación y con el Creador), porque ella está esclavizada por el Faraón, rey de Egipto. La persona está esclavizada por su ego, el rey del mundo material. Cuando es esclava del Faraón, ella no puede ser un siervo del Creador.
Es del Faraón o bien es del Creador, porque todo depende de la
intención, con qué se identifica la persona y a qué quiere servirle: al
beneficio personal o al otorgamiento. “ Porque los hijos de Israel son míos, ellos son mis siervos”, dice el Creador”,“ no que ellos sean esclavo de los esclavos”.
Ustedes ven, el Faraón también es un siervo del Creador, él es un
ángel y es un sistema que lleva a cabo el pensamiento de la creación de
manera compulsiva, sin libre albedrío. El Faraón es un ángel; vean que
está escrito: “Yo creé la inclinación al mal”. Toda la creación, todo el
ego se encuentra en las manos del Creador. Y si la persona que sirve en
nombre del Faraón, es llamada un “esclavo de los esclavos”, porque ella
le sirve al esclavo y no el Maestro. Cuando la persona se sirve a sí
misma, no puede ser un siervo del Creador, ya que es imposible servirles
a dos reyes al mismo tiempo. Y sólo después de que la persona sale de
Egipto, después de que recibe suficiente Luz que Reforma, que la eleva por encima de su deseo de placer, lo cual es recepción para sí misma, entonces ella puede ser un siervo del Creador. Pero para seguir siendo un siervo del Creador, ella tiene que elegir esto todo el tiempo: a cada momento, con cada deseo. Y entonces está lista para merecer la Torá. Lo que sigue de esto es que la primera innovación es la salida de Egipto. La Torá comienza con la salida de Egipto
y en adelante; por lo que después de esto ocurre la entrega de la Torá.
La Torá incluye toda la Luz del Infinito, toda la Luz superior, que
llena los mundos superiores y está diseñada para la corrección gradual
del deseo de recibir de la criatura, hasta que ella alcanza la
equivalencia de forma con el Creador.
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