Yo me uno a la decena con el fin de neutralizar mi ego
y de serle al mundo entero. Si yo no llego a esta sensación, si no le
soy fiel al mundo, si no estoy conectado con él, esto significa que mi
decena es inútil porque ésta no me prepara adecuadamente. La decena es un mini mundo en el que yo
estoy aprendiendo a integrarme con los demás. Si no estoy incluido en
ellos, no arreglo mi ego como debería ser, en dirección desde el amor por el ser creado al amor por el Creador. En la decena, yo debería llevar a cabo
diversos ejercicios de salir de mí mismo para sentirme “extendido” y
“expandido” entre todos. Yo no existo, no me siento a mí mismo, mi
individualidad, mi “yo”, la decena tiene que ayudarme en eso. “Cada
hombre debe ayudar a su prójimo”; así es como tenemos que estar
conectados entre nosotros.
Como resultado, nuestro deseo común, que
pertenece a todos, tiene que arder en el “centro” de la decena. Yo
siento que en este deseo no hay “yo” y “otros”, sino sólo “nosotros”. Sobre la base de esta unidad, nosotros
pensamos, sentimos, tomamos decisiones sólo en NOSOTROS. Me resisto a
todo aquello llamado “yo”, e incremento y alimento todo lo que se
refiere a NOSOTROS. Sólo nuestra unidad surge de mis pensamientos,
sensaciones y a través de ella, como a través de lentes o binoculares,
yo miro el mundo que hay a mi alrededor. En este caso es necesario un cierto
esfuerzo interno con el fin de “disipar” mi “yo”, no permitiendo que me
enfoque en él, sino manteniendo el foco sólo en el centro del grupo,
donde estamos juntos y NOSOTROS vemos el mundo, la realidad, de esta
manera. Para mí no existe nada que no pertenezca a NOSOTROS. La persona tiene que vivir y trabajar en
este esfuerzo interno tanto como sea posible. Porque es a través del
centro de la decena, que ella se imagina que obtendrá la Luz que
Reforma. Sin embargo, para enfocarse
correctamente en el NOSOTROS, en el centro de los diez, toda la decena
tiene que mantener la intención de otorgar. ¿Cómo se verifica esto? En
su relación con otras decenas y con el mundo. Cuando la decena se vuelve
un todo, cuando diez hombres se convierten en uno, esta unidad adquiere
volumen, de nuevo se reduce a uno y adquiere volumen, hasta que
finalmente llegamos al Uno, al Creador. Entonces, el criterio de nuestra unidad
es el deseo de la decena por conectarse con otros y volverse un todo con
ellos. ¿Cómo podemos hacer esto? ¿Cómo podemos revisarnos a nosotros
mismos?. Yo puedo revisarme a mí mismo si entro
en cualquier decena y me siento como si estuviera dentro de mi propia
decena. No hay decenas primarias o secundarias y no me importa en cuál
decena estoy. Yo simplemente me conecto con las personas que quiere
unirse, conectarse sin ningún tipo de distinción.
Para que nuestro trabajo sea lo más puro
posible, nosotros no podemos considerar la actual decena como nuestra
“casa”, todo el resto como “territorio extranjero”. No, todas las
personas que quieran unirse son mi “territorio”, la misma decena. Es
suficiente con que ellos tengan una pequeña atracción hacia la unidad y yo ya puedo estar junto con ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.