El deseo es en realidad neutro y podemos dirigirlo en cualquier
dirección, hacia sí mismos o hacia los demás, este puede estar en
cualquier lugar y en cualquier forma. Pero cuando se le agrega una
intención egoísta a fin de recibir para uno mismo, se vuelve cruel y
malvado, ya que se centra no sólo en el llenado para sí mismo, sino
también en la inclinación de no darles a los demás. Todo lo
que hay en la naturaleza de la persona es la inclinación al mal. Se nos
dice: “Yo he creado la inclinación al mal; He creado la Torá como una
especia”. La inclinación al mal es llamada nuestro deseo, el cual tiene
la intención constante de recibir para sí mismo. El rechazo
del uso egoísta de los deseos es una acción espiritual llamada “traer
un sacrificio”. En otras palabras, nosotros debemos sacrificar nuestro
ego no anulándolo, sino anulando el uso egoísta de los deseos.
Traer un
sacrificio es la habilidad de la persona para cortar realmente pedazos
de sus deseos en los niveles inanimado, vegetativo y animado de la
naturaleza. Todos los
deseos están divididos en cuatro partes: los niveles inanimado,
vegetativo, animado y hablante de la naturaleza. Cada parte tiene su
propia forma de corrección de su ego al altruismo, al otorgamiento. El trabajo
más simple es el trabajo con los deseos en el nivel inanimado de la
naturaleza. La Torá representa la construcción del Tabernáculo, la
preparación de los diferentes objetos de oro y piedras preciosas, el uso
de la sal en la comida, el agua, y todo lo que obtenemos de la tierra. Todas las
plantas en la naturaleza pertenecen a los deseos del nivel vegetativo:
hierbas, semillas, cereales y la comida que se prepara a partir de
estos materiales como el pan que se hace de harina, etc. Las
diferentes categorías de deseos sobre el nivel animado se describen en
la Torá en forma de aves, peces y animales, estos ya son deseos
egoístas sublimes que tienen que morir en un cierto ritual y la carcasa
tiene que lavarse de manera especial.
Cada uno
de los deseos corporales de la persona tiene que procesarse de forma
especial para que pueda ser transformado de un uso egoísta a un uso
altruista. A esto se refieren las leyes del Kashrut, es decir que ellos son limpiados del ego. El último
nivel de los deseos son los deseos humanos, cuando ya tenemos que
trabajar en nosotros mismos. Esta intención más elevada es llamada un
sacerdote (Cohen), la intención que le sigue hacia abajo es llamada Levita y una aún más baja es llama Israel (las masas). Traer un
sacrificio significa cambiar los deseos de un nivel egoísta a un nivel
altruista. Por otro lado, no se trata de un sacrificio, dado que en
hebreo la palabra “Eid” (víctima) significa acercarse, lo cual significa una acción que nos acerca al Creador. En general
todas las leyes y las reglas que nos presenta la Torá se refieren sólo a
la corrección del ego. La parte principal, los sacrificios (“Korbanot”,
víctimas), son los niveles que describen el acercamiento de la persona
al Creador y la corrección del ego hacia el altruismo, desde el odio a
otros al amor por los demás. Todas las
acciones espirituales se llevan a cabo dentro de la persona en el grupo,
cuando ella está con amigos que comparten las mismas ideas, con
quienes aclara los elementos de su comportamiento interno y externo:
cómo cooperar con ellos correctamente y cómo afecta el grupo a cada uno
de sus miembros. Por lo
tanto, cada uno de ellos, junto con la fuerza general del anhelo de amor
y otorgamiento que se revela entre todos, revela gradualmente esos
atributos altruistas que en realidad pueden elevar al grupo por encima
del nivel egoísta. Esto se conoce como la transición desde nuestro mundo
al mundo superior.
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