Luego los
hombres expresaron cómo se ven a sí mismo y cómo ven ellos a las
mujeres. Este cuadro fue comparado y fue sorprendente ver cuán
distintos somos. Después de
eso tanto los hombres como las mujeres aparentemente juntaron todas sus
características en unas pocas “cestas”, empezaron a pensar cómo
llenar estas cualidades del sexo opuesto. ¿Qué es lo que ellos quieren y
qué podrían darse unos a los otros? ¿Vale la pena usar un ejercicio
como este como un juego en los círculos familiares con adolescentes?
Dr: Laitman Esto
es muy difícil, porque aquí es necesario que se deshagan de sí mismos
gradualmente, empiecen a pensar con la cabeza de la otra persona, vivan
en sus deseos y entren dentro de la otra persona. Resulta que las
habilidades son mías y los deseos son del otro, como si viviera con mi
cuerpo pero con sus deseos, en esto los completamos y la otra persona
completa los míos. Aquí salimos a otro nivel de cooperación, al
otorgamiento absoluto. Esta es la
integración de unos con los otros. Este es el verdadero amor: no
físico, no platónico, no sexual, sino precisamente la verdadera
integración del uno con el otro. Es dudoso que este ejercicio sea
apropiado para la familia, porque en este son borrosas las diferencias
de género y éstas aparecen de forma distinta. Si arreglamos este juego
para un círculo de adolescentes, entonces debe ser sólo en un grupo muy
avanzado. Para
empezar con esto, yo introduciría una discusión entre los adolescentes
en forma de una corte de justicia, donde la persona se miraría a sí
misma desde un costado, discutiendo con los demás no desde su punto de
vista sino desde el lado del otro, como un árbitro. Es así como ellos
realmente aprenderían a ser flexibles, al discutir no sólo consigo
mismos sino también con los otros. Esto es lo que ustedes deben
enseñarles.
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