Como un manojo de cañas, ¿Por qué la Unidad y la Garantía Mutua son hoy llamadas el ahora, Ph.D.
Capítulo 3, La corrección a través de los siglos.
La evolución del método de corrección.
En el capítulo anterior, explicamos que
los deseos crecen desde el inerte, al vegetal, al animado y al hablante.
Expusimos que esta progresión ocurre tanto exteriormente, en la
totalidad de la Naturaleza, como interiormente, en nosotros. También
señalamos que solo en nuestro nivel hablante
interior tenemos la libertad de elegir,
pero para poder tomar las decisiones que nos beneficien, primero debemos
aprender cómo opera la Naturaleza en su raíz.
Finalmente, apuntamos que Israel
representa el deseo de conocer la raíz, el Creador, el Hacedor de todo
lo que existe y que Abraham fue el primero en descubrir esta raíz. Él
enseñó a sus contemporáneos y hoy en día nosotros, los judíos, los
vástagos de ese deseo debemos cumplir con la vocación de Abraham y
completar su tarea.
Lo que Abraham descubrió fue que el
único problema que tenían sus semejantes era su ego creciente. Se
estaban volviendo demasiado egocéntricos para mantener una sociedad
sostenible. Solían ser “de un mismo lenguaje e idénticas palabras”, pero
debido a este creciente ego se volvieron alienados e incapaces de
comunicarse. Eran tan indiferentes, tan insensibles entre ellos y
preocupados por su auto-exaltación, que como mencionamos en el capítulo
anterior, “Si una persona caía y moría (durante construcción de lTorre
de Babel) ellos no hacían caso. Pero si caía un ladrillo se sentaban a
llorar y decían, ‘¿cuándo aparecerá otro en su lugar’”.
Le peor fue que Abraham descubrió que el
ego no dejaba de crecer. Es un rasgo inherente de la naturaleza humana,
una característica particular del nivel hablante que el ego vaya en
aumento constantemente porque se nutre de la envidia hacia los demás. En
su Introducción al Libro Panim meirot u Masbirot (El rostro
resplandeciente y acogedor), Baal HaSulam escribe “El Creador instiló
tres inclinaciones en las muchedumbres (las personas), llamadas envidia,
codicia y honor. Debido a ellas, las muchedumbres s desarrollan grado
tras grado hasta hacer surgir el rostro de un hombre íntegro”. 63 En
otras palabras, la envidia no es mala en sí misma, sin embargo, hay
que tratarla, corregirla y encausarla en forma constructiva.
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