El propósito de la creación es impartir el bien a los seres del Creador. El Creador es una fuerza buena que hace el bien, y por consiguiente, Él nos entregó la oportunidad de alcanzar el estado más elevado: ser semejantes a Él. Nos convertimos equivalentes al Creador en dos elementos básicos:
1. Independencia. Después de todo, el Creador es original y el hombre debe ser original en sus acciones; de otra forma, no es independiente.
2. Otorgamiento. La persona adquiere la forma del otorgamiento que debe vestirse en su naturaleza opuesta al Creador. Por lo tanto, en su interior el hombre es opuesto al Creador, pero en el exterior, es congruente con Él. Al combinar estas dos propiedades opuestas en su interior, la persona construye él mismo su independencia. Por lo tanto, no se sale de las manos del Creador, sino que crece en forma independiente. La regla para alcanzar la independencia se llama “el pacto”. Este pacto significa que yo me comprometo a construir a un humano dentro de mí. El Creador provee todo lo necesario para ello: una base de preparación, el combustible, el deseo de placeres, la fuerza de la corrección y el poder de llenado. Yo utilizo estos medios, Surgen condiciones contrarias dentro de mí, un contraste entre el deseo egoísta y la forma de otorgamiento en el que necesito vestirme y todo esto junto me permite construirme. Una persona que acepta estas condiciones y aspira directo al Creador se llama “Israel”. Decide alcanzar la adhesión y está dispuesto a caminar por todos los estados y peldaños espirituales. Estando en todo esto, entiende que siempre debe caminar con fe por encima de la razón; de lo contrario, no podrá dar un solo paso, ascender y acercarse al Creador.
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