Rabash, carta 43: Las velas no resplandecen hasta que se cumplan tres condiciones:
1. Hay una vela, que es la vasija en la cual es vertido el aceite,
2. Hay aceite,
3. Hay una mecha.
Cuando se reúnan estas tres condiciones, es posible regocijarse por la luz que producen. Estas tres condiciones son necesarias para que la luz también refleje nuestra estructura. Consistimos del deseo de disfrutar, que actúa de manera egoísta. Sin embargo, cuando miramos el mundo, vemos que está lleno de sufrimientos y problemas. Nadie actúa con honestidad, todos se dañan unos a otros, y no puedo entender por qué el Creador (si El aún existe) ha creado un mundo tan malo. ¡Yo lo hubiera hecho mucho mejor si fuera Él! Miro todo a través de mi mal, del deseo egoísta, y es por eso que veo mal por todas partes. Sin embargo, si comienzo a anular mi confusión al pensar que el Creador es bueno y hace todo bien, mientras que me siento mal sólo porque soy malo, entonces todos estos pensamientos y deseos chocan dentro de mí y se contradicen entre sí. Esto es llamado la “mecha” (Ptila) porque discierne dónde está el “desperdicio” (Psolet) de mi deseo y lo que está mal en él. El deseo es una vasija y hay una “mecha” dentro que es producida por el deseo de sobreponerse. Estos discernimientos (Birurim) darán elevación al combustible (Beirut), es decir, al aceite – la Luz de Jojma. Estos tres componentes también están presentes en el alma humana, la cual desea imaginarse a sí misma e iluminar como una vela. Ellos también están presentes en la vela regular, que es un símbolo del alma. La vasija o deseo fue egoísta por naturaleza, deseando “para su propio bien.” Así es como nací. Con la ayuda del estudio de la Cábala en el grupo, creo una “mecha” que puede iluminar, porque comienzo a luchar y a discernir quién es el Creador y que soy yo. El “aceite” es el resultado, porque este estado da elevación al “combustible”. Yo sostengo una lucha: quiero alcanzar el otorgamiento, pero soy incapaz de hacerlo. Yo me precipito hacia adelante, pero mi naturaleza me tira hacia atrás. Faraón no me deja salir de su poder. Sin embargo, así es como yo mismo discierno al Creador, así como al tipo de sistema a través del cual puedo conectarme con Él. Y después de sobreponerse a esto, una persona merece la Luz del Creador que ilumina su alma, llamada la Luz de Januka. Esta es la revelación de la Providencia Superior, llevando bondad a las criaturas.
1. Hay una vela, que es la vasija en la cual es vertido el aceite,
2. Hay aceite,
3. Hay una mecha.
Cuando se reúnan estas tres condiciones, es posible regocijarse por la luz que producen. Estas tres condiciones son necesarias para que la luz también refleje nuestra estructura. Consistimos del deseo de disfrutar, que actúa de manera egoísta. Sin embargo, cuando miramos el mundo, vemos que está lleno de sufrimientos y problemas. Nadie actúa con honestidad, todos se dañan unos a otros, y no puedo entender por qué el Creador (si El aún existe) ha creado un mundo tan malo. ¡Yo lo hubiera hecho mucho mejor si fuera Él! Miro todo a través de mi mal, del deseo egoísta, y es por eso que veo mal por todas partes. Sin embargo, si comienzo a anular mi confusión al pensar que el Creador es bueno y hace todo bien, mientras que me siento mal sólo porque soy malo, entonces todos estos pensamientos y deseos chocan dentro de mí y se contradicen entre sí. Esto es llamado la “mecha” (Ptila) porque discierne dónde está el “desperdicio” (Psolet) de mi deseo y lo que está mal en él. El deseo es una vasija y hay una “mecha” dentro que es producida por el deseo de sobreponerse. Estos discernimientos (Birurim) darán elevación al combustible (Beirut), es decir, al aceite – la Luz de Jojma. Estos tres componentes también están presentes en el alma humana, la cual desea imaginarse a sí misma e iluminar como una vela. Ellos también están presentes en la vela regular, que es un símbolo del alma. La vasija o deseo fue egoísta por naturaleza, deseando “para su propio bien.” Así es como nací. Con la ayuda del estudio de la Cábala en el grupo, creo una “mecha” que puede iluminar, porque comienzo a luchar y a discernir quién es el Creador y que soy yo. El “aceite” es el resultado, porque este estado da elevación al “combustible”. Yo sostengo una lucha: quiero alcanzar el otorgamiento, pero soy incapaz de hacerlo. Yo me precipito hacia adelante, pero mi naturaleza me tira hacia atrás. Faraón no me deja salir de su poder. Sin embargo, así es como yo mismo discierno al Creador, así como al tipo de sistema a través del cual puedo conectarme con Él. Y después de sobreponerse a esto, una persona merece la Luz del Creador que ilumina su alma, llamada la Luz de Januka. Esta es la revelación de la Providencia Superior, llevando bondad a las criaturas.
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