Las tecnologías modernas permiten la provisión para todas nuestras necesidades en unas 3 o 4 horas de trabajo al día. Pero el egoísmo nos obliga a esforzarnos por mayores ingresos, lo que significa producir más e imponer productos y servicios innecesarios en los consumidores.
Por eso casi el 60% del costo del producto es su promoción. Estamos acostumbrados a adquirir y a consumir, a caminar por almacenes inmensos en vez de hacerlo en los parques, y a reemplazar lo “viejo” con lo nuevo puesto que las cosas rotas no están planeadas para que se arreglen, tienen que expirar en un determinado tiempo, y ser reemplazadas por nuevos elementos . Esto lleva al agotamiento de los recursos no renovables y mantiene a las personas en el trabajo de ocho horas al día. Si nos rehusamos a producir todos los bienes no esenciales, si dejáramos de producir artículos que son intencionalmente hechos para que expiren rápidamente y no pueden ser reparados, entonces hasta un 80% de la industria de fabricación sería libre para proveerle a toda la población del mundo el nivel necesario de existencia.
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