
Rav: El punto es que cada uno de ustedes cae dormido y pierde la esperanza. Esto es natural y continuará hasta que sientan que cada uno depende de los otros y debe cuidar de los otros. Debo entender que mi deseo depende de ti y el tuyo depende de mí. Sólo entonces llegaremos al deseo real. Hoy, ustedes están buscando este deseo de forma personal, individualmente, pero no juntos. Cada uno piensa cómo incrementar su propio deseo, pero esto es incorrecto. No serán capaces de hacer eso. Por el contrario, caen dormidos, confiados en las indulgencias de Arriba. Nada más puede suceder, mientras la persona haga el cálculo sólo para sí misma. Solo, nadie es capaz de establecer incluso el más pequeño contacto con la espiritualidad ya que esta es absolutamente opuesta a ella. Aún no podemos imaginar la profundidad de esta división. Sin embargo, tenemos la oportunidad de dar este salto atravesando la distancia que nos separa del mundo espiritual. Esto depende del grupo, de cómo jugamos dentro de este, de cómo jugamos ese juego del que simplemente no podemos escapar. En esta “obra de teatro” del grupo, debo manifestar constantemente este entorno, su continua puesta en escena: todos nosotros en un escenario juntos en cada acto, en cada escena. Ningún otro medio ayudará sin este. Está dicho: “Un héroe no se salvará por su propia fuerza”. Se necesita para esto el poder del Creador, pero sólo puede ser convocado a través del grupo. Debemos pensar en esta dirección y en esta puesta en escena, como en el teatro. Necesitamos construir esta obra, en la que todos participen sin excepción. En nuestra obra, le damos la garantía mutua el uno al otro; manifestamos nuestra participación, atención y la necesidad de cada uno por todos y de todos por cada uno. De otra manera no saldremos de Egipto. Si están trabajando en esto y encuentran obstáculos en el camino, entonces podemos salir al desierto de la Aravá, ya que tendremos algo con qué ir, tendremos el sufrimiento de todo el Kli que no es capaz de unirse. Está dicho acerca de esto: ¡”Y los hijos de Israel clamaron por el trabajo”! Por su egoísmo, habían construido las maravillosas ciudades de Ramses y Pitóm, mientras que ellos se encontraban viviendo en ciudades pobres, que los amenazaban con no dejarlos salir del exilio.
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