
La crisis se manifiesta en la educación, la cultura (interrelaciones) y en las dificultades en curso, cuando se trata de satisfacer nuestras necesidades inmediatas. Los fabricantes todavía tienen el potencial para desarrollar, pero no hay casi nadie que sea capaz de comprar sus productos. Grandes grupos de la población de los países occidentales que han perdido sus ingresos, no pueden comprar los bienes a la misma velocidad que solían hacerlo antes. Anteriormente, los bienes eran producidos y consumidos dentro de un completo ciclo de bienes monetarios. Ahora, el ciclo se ha roto. En algún punto los capitalistas llegaron a la decisión equivocada: ellos solos comenzaron a jugar con las finanzas, separados de los productos. Se creó “burbuja” grande e inflada, que añadió su contribución a la crisis global. Debido a que la burbuja está desprovista de contenido real, es arrastrada con la ayuda de la publicidad y con un juego que tiene lugar entre los distintos bancos y sistemas financieros. Por lo tanto, en ninguna de las esferas de la actividad humana, en la educación, la cultura, las relaciones interpersonales, las personas son capaces de vivir como antes. La humanidad está indefensa. Miremos a España como ejemplo: Los jóvenes que recibieron una educación universitaria en Europa no pueden encontrar trabajo, no pueden casarse porque no tienen capacidad para mantener a sus familias, ni pueden avanzar en sus profesiones. Todos quieren poner en práctica sus conocimientos, tener una familia, comprar una casa, etc., pero nadie los necesita. Las personas no puede realizarse, ya que no pueden encontrar un lugar para ellas en ninguna parte, ellas no pueden llevar una vida normal. Todo lo que tienen es desempleo e incertidumbre. Esto se está extendiendo por todo el mundo. La persona no tiene solución en una situación en la que sólo yo me preocupo por mí mismo y no me preocupo por el mundo y si no cuidamos de los demás, no podemos proporcionarles un medio de subsistencia. No nos importan los demás, por lo tanto, por un lado, tiramos una gran cantidad de bienes de sobra, y por otro lado, el superávit no llega a los destinos correctos en los que se necesitan desesperadamente. Nuestro ego no nos permite cuidar de los demás. Sólo si sentimos una amenaza empezamos a satisfacer sus necesidades.
Como otro ejemplo, demos un vistazo a África, que una vez produjo mucho y se desarrolló notablemente. Pero entonces, los europeos comenzaron a deshacerse de sus importaciones, a un precio reducido. Esto destruyó el mercado local, los africanos dejaron de producir artículos de primera necesidad, la gente abandonó sus anteriores puestos de trabajo y profesiones. Más tarde, las mismas empresas que redujeron artificialmente los precios mientras introducían sus productos, comenzaron a subirlos una vez que la competencia local fue eliminada. Como resultado, los africanos se quedaron sin medios, y su situación de pobreza persiste hasta nuestros días. Hay condiciones muy duras en el mundo y estas son agravadas por una profunda crisis global. Ésta afecta tanto a países desarrollados como a las naciones del Tercer Mundo, algunas de las cuales sólo están empezando a desarrollarse. Todo esto es causado por el egoísmo humano. Pero también estamos sintiendo que estamos conectados: Todos estamos flotando en un bote, y si alguien daña el barco, esto nos afecta a todos. No podemos avanzar. Nuestro egoísmo funciona como un boomerang y golpea a todos y cada uno de nosotros.
En Europa, esto aparece de una forma muy peculiar. Con el fin de alcanzar el poder y el éxito, las naciones europeas iniciaron conexiones de beneficio mutuo y es imposible separarlas. Apartarlas podría causar la destrucción total. En consecuencia, en vez de un mercado común, producción conjunta y una sociedad unida, somos testigos de un estado peligroso, que no permite que nadie mueva un dedo sin el consentimiento de los demás. Ya hemos abordado la necesidad de tomarnos en cuenta unos a otros. A pesar de ello, la historia europea está llena de guerras, conflictos y una cuenta numerosa de acontecimientos trágicos, matanzas y sometimiento de una nación a otra. Aún así, hoy no hay otro camino para los europeos, sino hacer la transición hacia la cooperación a pesar de que todavía sea originada por el odio y la indiferencia. No basta con contar con los demás, vemos que esto no funciona. Gradualmente se aclara que un mercado común no tolera viejas leyes económicas que están construidas sobre una base egoísta. El viejo sistema no funciona más. Hoy en día, tanto la naturaleza humana como el entorno traen una nueva condición: la compasión egoísta no funciona, hay que poner en práctica el amor a nuestros vecinos. Es difícil pronunciar estas palabras. Parecen tan irreales, tan lejanas de nosotros. Nuestros corazones las rechazan. Sin embargo, seguiremos acercándonos a este estado si conseguimos atraer sobre nosotros la fuerza irresistible. Hoy en día, la naturaleza nos obliga a ganar el amor de nuestros vecinos puesto que la única alternativa es morir debido al hambre, las enfermedades y cataclismos. Es nuestro deber formar una fuerza alternativa que nos obligue a avanzar hacia el amor mutuo.
¿Qué tipo de fuerza es esa? Esto lo hacen los que nos rodean, organizados de una manera que nos empujen a unirnos aún más que la ecología, la economía, la educación, la posible falta de suministro de alimentos, etc. La sociedad debe ser lo suficientemente fuerte como para sostener nuestra naturaleza egoísta, imponer un nuevo tipo de relaciones entre nosotros y así nos llevarnos de un extremo a otro, del odio al amor.
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