
El ego siente cómo la caja se vacía una y otra vez, él mismo comienza a entrenarnos para percibir esto como algo normal. Y entonces empezamos a preguntarnos por qué sucede así, qué significado esto, y no estamos de acuerdo. Nosotros atravesamos los mismos estados una y otra vez, mientras que la Luz actúa sobre esta repetición sin concesiones y nosotros empezamos a entender que no tenemos que preocuparnos por la caja llena, sino por el trabajo mismo. La oportunidad de trasladar el tesoro del Rey de un lugar a otro nos da llenado y así alcanzamos el otorgamiento, “Lishmá“. No debemos apuntar ni enfocarnos en el llenado que es agradable e importante para nosotros hoy en día, sino pensar constantemente en qué será importante mañana. Tenemos que hacer eso inmediatamente y entonces seremos similares a ese mismo hombre viejo que camina inclinado hacia adelante y está buscando, como si hubiera perdido algo. Él está en constante temeroso de perder la importancia de la meta y trata de aclarar qué es exactamente esta meta. La meta no se trata de sensaciones placenteras. Las sensaciones agradables son necesarias para que yo pueda elevarme por encima de ellas y exigir un llenado diferente, de sentir la importancia de Aquel para quién estoy trabajando y permanecer en el ocultamiento. Yo exijo la revelación de la grandeza del Creador, sólo con el fin de suministrarme a mí mismo el combustible para el trabajo. Como se nos dice: “La sabiduría (Jojma) es para los humildes” y “La recompensa por un mandamiento es un mandamiento”. A esto tiene que aspirar la persona para que se le permita elevarse por encima de una acción, a la acción siguiente, la cual no tiene relación alguna con el placer que recibió. Es como si yo hubiera preparado alguna acción por mi cuenta, como si la hubiera ejecutado por mí mismo y hubiera recibido buenos resultados. Y ahora tengo que agradecer al Creador por ejecutarlo todo, de principio a fin. Después de todo, ahora entiendo que todo sucedió porque Él me dio el deseo, el combustible, la dirección, el intelecto y todo lo demás. Él es Aquel que lo organizó todo y yo no hice nada en absoluto. Por lo tanto debo hacer un sacrificio (Korban), para acercar otra parte de mí (Karov) el otorgamiento. Tengo que sacrificar el placer que he recibido gracias al trabajo y al dinero (Kesef) de “alguien más” que tampoco eran míos, es decir una pantalla, que cubre (Kisuf) en este mundo. El Creador me dio todo eso y también me dio el llenado. Y yo quiero elevarme por encima de todo esto y trabajar no para este llenado, sino por el bien de Su grandeza. De esta manera nosotros no perdemos el nivel que obtuvimos y no descender. Ahora determinamos una meta aún más alta para nosotros mismos, como ese anciano que busca en caso de que haya perdido algo. Y de hecho, nosotros hemos perdido algo. Por un breve momento nosotros sentimos cuán bueno y agradable fue estar en unidad y ahora tenemos que elevarnos por encima de esta sensación agradable, a la importancia de la meta. Y esta misma sensación agradable queremos transmitirla al Creador con el fin de darle contento. De ello se desprende que todo este proceso que atravesamos, todas las bebidas que el invitado recibió del anfitrión, ahora éste quiere devolvérselas para no recibirlas para sí mismo. Este es ya un estado que, de alguna manera, se vuelve otorgamiento puro, “Lishmá“. Y esta ya es la actitud correcta.
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