Cualquier estado en el
que se encuentre la generación es como un libro, todos los malvados
son como manos que anotan, porque cada mal es grabado y anotado en el
libro hasta que se estos acumulen a una cantidad que el público ya no
pueda soportar. En ese momento, ellos arruinan ese mal estado y se
reorganizan en un estado más deseable. Así, cada acto es calculado y
anotado en el libro, es decir, en el estado. El dice: “Todos los que
quieran tomar prestado puede venir y pedir prestado”. Esto significa que
él cree que este mundo no es como una tienda abierta sin dueño, sino
que hay un propietario que está presente, un tendero que permanece en su
tienda y exige de cada cliente el precio justo por la mercancía que se
toma de la tienda, es decir, que se fatiga en su trabajo mientras es
alimentado por medio de esa tienda, de manera que es seguro traerlo al
propósito de la creación, dado que lo complace a Él. Su meta es alcanzar el otorgamiento. Sin
embargo, la persona requiere de los poderes para realizar esto, y no
tiene esos poderes. Ella los toma en préstamo, a pesar de que tiene la
intención de destinarlos todos al otorgamiento. Es más, es así en caso
de que ella quiera devolverlos, es decir, no utilizar nada para sí
misma. Ella utiliza todo el mundo para el otorgamiento. De acuerdo al estándar de nuestro mundo,
es imposible declarar que una persona así está tomando algo en
préstamo. Ya ven, nosotros obtenemos un préstamo para beneficio
personal. Aquí, todo es al contrario. Por cierto, la prohibición de la
Torá en contra de dar un préstamo con interés se deriva de esto. En el
mundo espiritual, ningún préstamo debe pagarse de vuelta con más de lo
que se recibió. Por lo tanto, las fuerzas que no tengo
desde el principio, yo las tomo en préstamo, pero no las tomo para mí.
No son mías, sólo agrego a ellas el deseo en aras del otorgamiento. En
vez del Creador, yo les otorgo a todos, toda mi meta es sólo
transmitir este otorgamiento con habilidad, como si proviniera de Sus
manos. No tengo nada propio además de mi yo altruista que contrae al
deseo egoísta dentro de él y actúa por encima de él. Por lo tanto, en
esencia, yo no tengo nada que volver.
Pregunta: A pesar de todo esto, no está claro: ¿Cómo puede la persona pedir un préstamo para sí misma en la espiritualidad?
Dr: Laitman
Entonces, yo dije que se trata de otro tipo de préstamo. Ustedes ven,
yo no tengo mis propios poderes de otorgamiento. Adicionalmente, yo
(específicamente, yo) quiero dar igual que el Creador lo hace. Tengo que
transmitir y dar aquello que Él desea para el mundo. Este estado es descrito alegóricamente
con una metáfora que dice que el Creador quiso darles a las naciones del
mundo el método de corrección. Sin embargo, no pudieron aceptarlo. Así
que Él utilizó un grupo de transición llamado Israel, que significa
“directo al Creador”. El pueblo de Israel son como los coordinadores que
conectan la Luz superior con el AHP. Gracias a esto, Maljut puede elevarse a Bina y ser “endulzada” allí, con el fin de pasar la Luz desde arriba hacia abajo. Por lo tanto, esto es llamado un
préstamo sólo porque la persona no tiene el poder de otorgar y ella lo
recibe del Creador. Sin embargo, no lo usa para sí misma, como es
habitual en nuestro mundo egoísta. En este mundo, la persona busca en
primer lugar beneficios para sí misma, y posteriormente, piensa en el
beneficio de los demás, ya sea que se trate de asuntos financieros,
bienestar, o placer neto. En la espiritualidad, yo no pido para mí
mismo. Quiero participar en la vida del creador. Esta participación está
destinada exclusivamente al otorgamiento. En aras de esto, yo activar
todo mi deseo al máximo nivel posible. Todo lo demás lo mantengo
temporalmente “bloqueado” bajo restricción.
Pregunta: Entonces, ¿cómo debemos pedir un préstamo como éste para la meta del otorgamiento?
Dr: Laitman Esto es llamado ascenso, una petición por corrección (MAN).
Yo le pido al Creador, el poder para ser capaz de examinar y corregir
el acto mismo. Quiero que Él haga esto, como está escrito: “Invístanse
en Mí y llevar a cabo el acto de otorgamiento”. Es como un niño que le
pide ayuda a su madre o simplemente llora, la madre viene y lo ayuda.
Todo el problema consiste en volvernos un “niño que llora” internamente.
Y toma tiempo el aprender esto
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