Es una letra redonda, como el vientre de un embrión que le proporciona refugio pero no puede desarrollarlo. Éste sólo le ayuda a la persona a salir de la cáscara y adquirir el atributo de Sámej, es decir la capacidad de ser libre del dominio de la cáscara, del ego.
Sin embargo, con el fin de desarrollarse más, ella tiene que retornar a
las fuerzas egoístas, a las cáscaras, tomar de ahí todo lo que puede
corregir, y así crecer por medio de la corrección.
Resulta que en vez de ser benéfica, la
letra Sámej se vuelve perjudicial, puesto que está dentro del camino de
desarrollo de la persona. Es como una madre que ama mucho a su hijo,
hasta ahogarlo simplemente en sus brazos, abrazándolo sin dejar que él
sea independiente y crezca. Para crecer siempre debe haber dos
fuerzas de trabajo mutuo opuestas con el fin de alcanzar la meta, a
través de la línea media. Es imposible prescindir de la letra Sámej,
la cual rodea a la persona, le proporciona un refugio seguro y la
resguarda. La persona que se esconde dentro de este atributo, pueden
ser libre del dominio de la cáscara, del ego y romper con él. Pero, ¿qué pasa después de que se
libera? ¡Ella no tiene nada en este estado, no puede hacer nada! Debe
descender de nuevo a la cáscara y cuando ya esté protegida por las
fuerzas de otorgamiento, ella misma sigue desarrollándose. Por lo tanto es imposible crear el mundo por medio de la letra Sámej.
Ninguna letra y ningún atributo tienen los poderes que puedan traer al
mundo a la corrección deseable. Para cada atributo hay un atributo
opuesto. Esto ha sido hecho a propósito para que podamos desarrollarnos. Mi materia es el deseo de recibir.
Primero tengo que cambiar mi intención “con el fin de recibir” hacia
una intención neutral y luego hacia “con el fin de otorgar” por medio
del cual yo comienzo a utilizar mi deseo de recibir “con el fin de
otorgar”. Esto significa que primero uso mi deseo de manera negativa,
“con el fin de recibir”, luego comienzo a utilizar el mismo deseo de
manera positiva, “con el fin de otorgar”. Así que debe haber dos fuerzas
opuestas que operen en mí, la uno contra la otra y por medio de estas
dos fuerzas yo alcanzo la línea media.
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