Baal HaSulam,
“Un mandamiento”: Al acostumbrarse uno mismo a servirles a las
personas, uno beneficia a los demás y no a sí mismo. Por lo tanto, se
vuelve apto gradualmente para cumplir las Mitzvot del Creador con la condición requerida de beneficiar al Creador y no a sí mismo. Yo no puedo percibir, no puedo entender, ni puedo lograr este
principio. Entiendo que debo “trabajar por los seres creados”, conectar a
la humanidad. Después de todo, estamos aquí todos juntos y esto es sólo
como resultado de la ruptura que se creó el desgarro entre los demás y
yo y me siento separado de ellos. Esto significa que tengo que superarme
para corregir la ruptura y conectarme con ellos. Pero, ¿qué tiene que ver eso con el Creador? ¿Tal vez Él esté en
algún lugar en el exterior y yo puedo alcanzarlo a través de la
humanidad? O tal vez descubro que Él está entre nosotros, dentro de la
unidad con las demás personas del grupo y que incluso Él llena todo este
espacio. Aun así, es difícil enfocarse en el grupo por el bien del Creador,
¿qué significa eso? Esta es una demanda muy vaga, entiendo que yo tengo
que corregir mis relaciones mutuas con otras personas, pero ¿cómo puedo
establecer además una relación con los demás, en adición a eso? Nuestro
problema es que no recreamos la imagen correcta, y la confusión continúa
en nuestra imaginación durante mucho tiempo.
El Creador es el atributo de otorgamiento absoluto, infinito, pleno.
La conexión entre el grupo y yo, es la vasija para recibir el atributo
de otorgamiento. Queremos alcanzar el amor y la conexión entre nosotros.
Queremos que el mundo se vuelva redondo, global e integral, pero en
aras del Creador, es decir que el atributo de otorgamiento se conecte
con nosotros, de tal manera que habite entre nosotros y nos domine. Por lo tanto, no tenemos que atribuirle ninguna personalidad o imagen
al Creador, puesto que esto es llamado “idolatría”, y nos saca de la
pista en una dirección totalmente diferente. La palabra “Creador” está
formada por las palabras hebreas “Bo-Re” (ven y ve); si ustedes
entran en un grupo y alcanzan la conexión, entonces, gracias a los
amigos descubren el atributo de otorgamiento llamado Creador. Por lo tanto, se nos dice que “Israel, la Torá y el Creador son
uno”, es decir, junto con los amigos (o con la humanidad) yo alcanzo al
Creador. En otras palabras, los amigos, yo somos llamados Maljut o Shejiná y descubrimos Zeir Anpin que se revela en Maljut, según la conexión alcanzada. De aquí proviene el significado de la fórmula “trabajando por los
seres creados en aras del Creador”. Nosotros no debemos imaginar que el
Creador es alguien o algo; el Creador no es una personalidad o un
fenómeno, sino un atributo que se revela en nosotros. Si yo me
represento algo diferente, esto significa que estoy involucrado en
idolatría y que hago un ídolo o una imagen. Si nos aferramos
constantemente a este principio, no habrá problemas. Después de todo, nosotros queremos establecer un sistema que incluya todas las vasijas y las Luces, esta es Maljut de Ein Sof
(Infinito) en la que estamos unidos, conectados mientras la Luz se
revela en la vasija. Fuimos creados allí en la fase uno, en la fase dos
corregimos nuestra actitud (¡ nada más!, sólo nuestra actitud), en la
fase tres nosotros percibimos y entendemos el mundo en que estamos. Para nosotros no hay imagen externa por la que tengamos que trabajar,
que tengamos que alcanzar, sólo nos imaginamos las intenciones y los
cálculos de esta manera esquemática: Primero (1) creamos una vasija,
luego (2) en la medida que podamos conectarnos de acuerdo a la ley de
equivalencia de forma, descubrimos al Creador en esta vasija, de acuerdo
al principio de “ven y ve”. Pero el lugar sigue siendo el mismo lugar,
el mismo deseo, la misma Maljut, que permanece sin cambios.
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