Nosotros podemos comparar el cerebro con una pantalla
de cine, puesto que en realidad está en blanco. Hoy, por ejemplo
ustedes parecen ser feos, repugnantes, mañana después de un cambio de
estado, yo puedo mirarlos y ver ante mí lindos muchachos que irradian
vitalidad. ¿Mi cerebro me presenta estas imágenes, es la pantalla? ¿O yo
las proyecto? Mi ego, mi interés, es el que presenta todas estas figuras pero nosotros no comprendemos esto hasta el final. Nosotros creemos que somos objetivos
cuando se trata de la naturaleza inanimada, vegetativa y animada pero en
el nivel hablante, en las relaciones entre nosotros, hay diferentes
variables. Por lo general, no entendemos en realidad que nosotros somos
los que representamos nuestro propio mundo en cada nivel del deseo de
recibir. Por eso es que nuestro mundo es llamado
imaginario, dado que en realidad no existe. En el momento en que ustedes
limpian su ego de la percepción de este mundo, este desaparecerá. ¿Qué quedará? ¿Nada? Entonces, ¿con qué nos quedaremos?
Comencemos a establecer este “algo” ahora. Comencemos a construir un
nuevo mundo. Todo esto depende de lo que ustedes dibujen en la pantalla
de su percepción.
Pregunta: ¿Pero cómo dibujamos estas imágenes si inmediatamente me parecen reales?
Dr: Laitman Yo
imagino una fuerza que me controla, que me rodea, que me maneja y me
confunde, enviándome cosas positivas y negativas. Toda esta situación,
la burbuja en la que estoy, opera en mí, es como una película de ciencia
ficción, ya que nosotros tenemos que imaginar algo y trabajar en algo
en nuestra imaginación. Así, yo imagino un cierto espacio en el que
opera una cierta fuerza o un campo de fuerza. Mientras tanto, yo no
puedo arreglármelas con los diferentes fenómenos de tiempo y espacio sin
esta ilusión tridimensional. Yo estoy conectado a ella, lo quiera o no. Yo imagino una fuerza que me rodea como
si estuviera en una nube. Esta fuerza opera en mí en cada dirección y en
todos los aspectos posibles. Incluso ahora cuando pienso en ella, ella
en realidad opera en mí; yo estoy relajado, dejo que esta opere en mí.
¿Pero qué más tengo que hacer además de esta operación?
Debido a que sin ninguna de mis
adiciones sólo puedo anhelar constantemente una buena sensación y
agradecer a esta fuerza por su buena asistencia, esta ha creado una
deficiencia en mi sensación, un deseo de recibir y yo me siento bien en
este mundo bajo su dominio. Resulta que nosotros no necesitamos nada
más que eso. Toda la filosofía de la escuela epicúrea está basada en
este enfoque. Otros métodos orientales también creen en el nirvana y la
tranquilidad. Esta actitud es de hecho la más profunda, ya que está
basada al mismo tiempo en el miedo a quebrar algo de la creación y en el
temor a maldecir al Creador.
Entonces yo tengo que sentirme bien constantemente. Yo siempre trato de
estar calmado, relajado y de estar feliz con lo que tengo, no porque
el ego me impulse a hacerlo, sino más bien por una intención más
sublime. En resumen, Abraham trabajó bien con este enfoque en Babilonia.
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