Tenemos una parte adicional en nosotros que está por encima del cuerpo
animado y es considerada como el “humano”. El humano puede ser bueno o
malo, porque posee el libre albedrío a diferencia de un animal. Es el
humano, el ego, el que existe por encima de la naturaleza y que es donde ustedes tienen el derecho para elegir. Toda la
creación existe en la perfección: el inanimado, vegetativo y animado,
todo excepto el hombre. Cada uno de nosotros tiene una parte animada, el
cuerpo
y la parte “humana”, que es lo único corrupto. Esta es la parte que se
extiende más allá de la existencia esencial del cuerpo; éste hace que yo
explote la naturaleza e incluso la destruya, si eso es lo que necesito
para sentirme bien. Un animal
privado de libre albedrío no puede arruinar la naturaleza, ya que actúa
correctamente siguiendo sus instintos naturales. Por lo tanto, nuestro
mundo corporal existe sólo en los planos inanimado, vegetativo y
animado, que están en el estado de perfección y equilibrio. Pero el
hombre está por encima de este mundo. La parte
animada del hombre también está en armonía con la naturaleza. El
problema radica en el “humano que hay dentro del hombre”, un grado en el
que yo comienzo a destruir el mundo. Mientras no estábamos
desarrollados, no le causábamos mucho daño
a ésta, dado que vivíamos simplemente como animales que se consumían
entre sí con el fin de sobrevivir. Pero cuando alcanzamos el nivel
actual de evolución y recibimos tanto poder que surgió inmediatamente el
problema. Incluso Aristóteles advirtió que la ciencia no debe ser
revelada a personas malas que puedan utilizarla para destruir al mundo y
a la humanidad. Si ellas
no pueden usar el poder humano correctamente, entonces no debe
permitírseles salir a la esfera animada, más allá de esta línea roja;
pueden hacerlo sólo si saben cómo utilizar correctamente el poder
humano. Utilizarlo correctamente significa hacer que esta área roja sea
similar a la naturaleza mediante el empleo de la conciencia y la
comprensión de uno mismo al volverse equivalente con el Creador, con el
superior. Nosotros tenemos que lograr el mismo equilibrio con la
naturaleza que todas las otras partes, pero a través de nuestro propio
esfuerzo, ya que inicialmente carecemos de balance.
Resulta
que tenemos una naturaleza en la que no existe el libre albedrío y
nosotros sólo tenemos que usarla correctamente. La parte que está por
encima de ella está relacionada con el Creador y con el humano, donde
existe el libre albedrío, pero que nosotros no tenemos ni idea qué hacer
con ella ni cómo utilizarla. Allí tenemos que alcanzar el equilibrio a
fin de otorgar. En el
pasado, los cabalistas de antes lograron el alcance al imponerse
restricciones en su cuerpo, como ha sido descrito en la “Introducción al
Talmud Eser Sefirot”: “Pan y sal deben comer, agua en cierta medida
deben tomar, en el suelo deben dormir, una la vida de la aflicción deben
vivir y en la Torá deben laborar”, entonces alcanzarán la
espiritualidad. En realidad, si la parte de la persona que estaba
relacionada con los niveles animado, vegetativo, e inanimado vivía sólo
con lo estrictamente necesario, como una bestia y por encima de eso,
estudiaba la Torá pensando cómo volverse similar al Creador, ella
avanzaba. Pero hace
2000 años nosotros alcanzamos un estado en el que empezamos a explotar
toda la naturaleza, a hacerles daño a las partes inanimada, vegetativa y
animada, a todo este círculo “interno”. Por lo tanto, es por eso que
hemos llegado a tal necesidad de la Luz que Reforma. Esta es la única
manera de poder transformarnos a nosotros mismos. Anteriormente, la Luz
de corrección sólo trabajaba en un peldaño más elevado. Pero hoy en día
necesitamos que una Luz mayor trabaje en toda la naturaleza, ya que la
hemos corrompido demasiado al hacerla totalmente egoísta por medio de
nuestra participación en ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.