En toda la creación trabaja una fuerza única de otorgamiento y amor,
además de la cual no existe nada. Es llamada la Fuerza Superior, el
Creador, porque creó toda la realidad. Igualmente, esta fuerza es llamada Creador (Boré) de las palabras, “ven y ve” (Bo ve Reh),porque
nosotros tenemos que descubrirla. La meta de la creación es descubrir
al Creador, como está escrito: “Porque todos me conocerán, desde el más
pequeño de ellos hasta el más grande”. (Jeremías 31:33). Para que podamos alcanzar la meta lo más
rápido posible, fuerza superior actúa e influye en nosotros todo el
tiempo y nos hace un llamado a descubrirlo a Él. Acercarse a la
espiritualidad significa asemejarse al Creador. El Creador es bueno y
ustedes también necesitan ser buenos. “Así como Él es misericordioso,
bondadoso, ustedes deben ser misericordiosos y bondadosos” (Talmud Yerushalmi Peá 3: 1). De ello se deduce que debemos seguir
mejorándonos a nosotros mismos, no hacerles a los demás lo que es odioso
para nosotros y amar al otro como a nosotros mismos, como está
escrito: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18). Esto
es posible si nos volvemos como la fuerza mayor, la Luz Superior.
El Creador creó la inclinación al mal
por medio de la cual estamos separados unos de otros y no deseamos el
mundo espiritual, el desarrollo o el progreso. Pero si alcanzamos la
conciencia de que este deseo es malo, entonces podemos corregirnos a
nosotros mismos con la ayuda de la Torá, es decir con la ayuda de la Luz
que Reforma. La Torá es el remedio para nuestra
inclinación al mal, para el ego. La Luz puede sanarnos y transformar el
ego en su opuesto: el deseo de otorgamiento y amor. El poder del
otorgamiento es llamado el Creador, el bueno y benevolente, la Luz. Esta
Luz nos influye y cuando ilumina con más fuerza, entonces nos sentimos
mal, puesto que sentimos el mal en vez del bien porque no nos hemos
adaptado a ella. Cuanto más fuertemente se acerca la Luz a
nosotros, más mal nos sentimos. Todas las malas sensaciones también
provienen de la Luz, del Creador, acerca de lo cual está escrito: “
levantaré sobre ti un rey como Hamán que te devolverá al bien en contra
de su voluntad” (Sanedrín 97b). Al huir del mal, nos acercamos un poco a
la Luz. Si lo hacemos de esta manera es llamado por el camino del
sufrimiento, “a su debido tiempo”. Pero podemos empezar a corregirnos a
nosotros mismos por nuestra propia iniciativa y crear la buena fuerza,
es decir, construir un grupo. Un grupo es un conjunto de personas que
anulan sus egos y comienzan a hacerse a sí mismos como la fuerza de
otorgamiento. En la medida en que nos llevamos a
nosotros mismos de acuerdo al Creador, nos acercamos voluntariamente a
Él. De tal manera avanzamos, no somos opuestos a Él y no huimos de los
golpes. Más bien, nos sentimos atraídos hacia Él por nuestros propios
esfuerzos. Nosotros no esperamos hasta ser empujados por detrás por el
sufrimiento que nos obliga a correr; más bien nos apresuramos hacia el
Creador por nosotros mismos, y lo anhelamos a Él. Este es un movimiento
positivo.
Pregunta: ¿Qué significa avanzar y movernos hacia el Creador?
Dr: Laitman
En la naturaleza existe una simple ley de adaptación por medio de la
cual los objetos que se aproximan entre sí de acuerdo a su grado de
equivalencia de forma, la equivalencia de sus características. Entonces,
si nosotros desarrollamos dentro de nosotros el poder de otorgamiento,
nos acercamos a Él. Al acercarnos más a Él, estamos bajo Su buena
influencia y sentimos nuestro desarrollo como algo bueno.
Pregunta: ¿Cómo puede un grupo de personas crear este poder?
Dr: Laitman Este
poder se descubre a través de la conexión entre nosotros. Este es un
grupo único integrado por diez personas que renuncian a sus egos para
alcanzar un lugar de conexión común. Ellas dejan sus egos atrás y
quieren unirse en un nuevo lugar. Esto es llamado ser “como una persona
con un corazón”. El lugar común en el que todas ellas están conectadas
se llama “un corazón”. De esta manera se vuelven como el Creador a
través de su deseo de otorgar. Porque de hecho ellas quieren otorgarse
mutuamente entre sí y alcanzar el otorgamiento al Creador a través de
esto. De ello se desprende que se acercan al Creador dentro de su deseo,
Él viene a su encuentro y ellas lo encuentran en algún momento. Después de esto, agregan a sí mismas
otro deseo de otorgar y de reunirse con el Creador, acercándose cada vez
más a Él hasta alcanzar la plena semejanza y equivalencia con Él. Así
es como actúa Israel, que es quien anhela al Creador, Yashar-El
(directamente al Creador). En este camino hay 125 niveles espirituales o
cinco mundos superiores, los cuales son el conjunto de nuestra
realidad.
El comienzo de este camino en el que nos encontramos ahora es llamado “este mundo”
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