La Convención Mundial de Cábala que se celebrará a mediados de noviembre en Bulgaria reunirá a cientos de europeos de todo el continente junto con israelíes y representantes de muchos otros países. Se reunirán hablantes de diferentes idiomas y dialectos, hombres y mujeres de todos los ámbitos de la vida, diferentes edades y visiones del mundo. Juntos, estamos a punto de dar un pequeño pero importante paso hacia la unidad por encima de todas las diferencias, hacia la conexión entre los europeos, así como entre Europa, Israel y otras zonas del mundo: una reconexión de esa antigua civilización tras miles de años de separación.
Nuestro objetivo es construir un nuevo tipo de torre entre nosotros por medio de la fuerza de conexión, que se sustenta en un amor que proyecta calidez y respaldo al mundo. Esta conexión fraternal restablecerá los lazos que se habían roto a lo largo de los siglos. Volvamos a ser una Babilonia unida, pero esta vez sin ninguna confusión, sino con un deseo compartido de aunar nuestras voces en una sola.
Notaremos el beneficio y la sensación positiva de la conexión que logremos aun mucho después de que termine la convención. Y aunque cada participante y grupo regrese a hogar, y en apariencia se desconecte físicamente, permanecerá en nosotros la sensación de pertenecer a una familia. Esa calidez no solo nos dará seguridad personal y una perspectiva positiva de la vida, sino que también proporcionará un ejemplo de cómo una sociedad prioriza la unidad por encima de las diferencias como solución a todos los problemas; el camino hacia un mundo mejor.
Y seremos pioneros, los primeros en esta generación que son capaces de unirse y difundir la importancia de la conexión por todos los medios posibles. La fuerza de nuestra conexión llegará a los corazones de todos los europeos, devolviendo la esperanza perdida, invitando a todos a ser parte de nosotros: la afectuosa familia en la que todos tienen cabida.
Nuestro objetivo es construir un nuevo tipo de torre entre nosotros por medio de la fuerza de conexión, que se sustenta en un amor que proyecta calidez y respaldo al mundo. Esta conexión fraternal restablecerá los lazos que se habían roto a lo largo de los siglos. Volvamos a ser una Babilonia unida, pero esta vez sin ninguna confusión, sino con un deseo compartido de aunar nuestras voces en una sola.
Notaremos el beneficio y la sensación positiva de la conexión que logremos aun mucho después de que termine la convención. Y aunque cada participante y grupo regrese a hogar, y en apariencia se desconecte físicamente, permanecerá en nosotros la sensación de pertenecer a una familia. Esa calidez no solo nos dará seguridad personal y una perspectiva positiva de la vida, sino que también proporcionará un ejemplo de cómo una sociedad prioriza la unidad por encima de las diferencias como solución a todos los problemas; el camino hacia un mundo mejor.
Y seremos pioneros, los primeros en esta generación que son capaces de unirse y difundir la importancia de la conexión por todos los medios posibles. La fuerza de nuestra conexión llegará a los corazones de todos los europeos, devolviendo la esperanza perdida, invitando a todos a ser parte de nosotros: la afectuosa familia en la que todos tienen cabida.
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