
Sólo tenemos el deseo de recibir y la forma del otorgamiento con la que tenemos que vestir el deseo una vez tras otra. Este es el trabajo del hombre que sólo puede realizarse por medio de la conexión con el grupo, del entorno adecuado, y al asumir su forma. No hay otro lugar donde yo pueda aprender la forma correcta que tengo que tomar. El entorno “esculpe” a la persona. Por medio de la conexión continua con el grupo y al llevar a cabo su rol, al tomar su lugar, en ello, la persona comienza a asumir la forma de “Hombre”. El grupo es como un molde que da el contorno correcto a la persona. La ruptura de las vasijas y el proceso de preparación son todo lo que necesitamos para que todos busquen su propio lugar, una y otra vez, perfeccionando nuestros esfuerzos hasta que nos convirtamos en un todo único.
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