
Pero el punto es que debemos añadir nuestra propia aspiración, el hambre, el apetito, al deseo creado por Él e infundido en nosotros por naturaleza. El deseo común por el llenado no nos da un sentido de existencia. Esto es similar a la forma en la que los niveles inanimado, vegetativo y animado, incluidos los seres humanos que llevan una existencia animada inconsciente, no creen existir. Sin embargo, la aspiración de percibir al Creador, al revelar dentro el atributo de otorgamiento, es un recipiente que es el lado opuesto de la Luz en la cual se revela esta cualidad. Y entonces esta vasija se llena con la Luz. Es por eso que no debes creer que sea posible “¡Hacer un esfuerzo y no hallar!” Todo está ante ti: ¡Adelante, puedes revelar lo que sea, nada está oculto! Sólo tu propia falta de aspiración oculta de ti la Luz. Sólo carecemos de la vasija, de nuestro propio deseo, de la sensación de hambre, la sed, carecemos de llenado, y sufrimos. Pero este sufrimiento debe ser por la ausencia de esa cualidad específica, de este fenómeno, que debe ser revelado. En otras palabras, sólo nos falta una cosa: ¡la aspiración hacia el otorgamiento!
Esta es la razón por la cual el deseo creado por el Creador no es suficiente. Esta es la naturaleza, una cualidad común. Y no es suficiente con desarrollar simplemente el deseo. Vemos que el deseo se desarrolla a partir del nivel inanimado y engendra la naturaleza vegetativa y animada, pero esto no les permite experimentar la esencia de la vida, ya que cada uno de ellos existe dentro de sí mismo. De esta manera también la humanidad sigue viviendo a lo largo de miles de años de desarrollo, puesto que este desarrollo es sólo el simple deseo de recibir placer, y nada más. De esta manera, uno no puede ir más allá de los intereses de la propia existencia, de la vida animal. Y de esta forma sólo mantenemos nuestra vida, pero que no alcanzamos su fuente, causa y propósito, las cuales existen por encima del simple deseo de recibir llenado. Todo esto está contenido en Él quien nos da el deseo, en Quién lo engendra, en el Creador. Y es por eso que tenemos que encontrar en nuestro estado animal, una forma de armarnos con una aspiración hacia Él, con una vasija para la revelación del Creador: la fuente de vida, la más auténtica vida en el nivel humano, y su propósito.
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